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Cuando el macroser crea un estado poco favorable para sus microseres acostumbrándose a bebidas y alimentos incorrectos   656. Por estado poco favorable, con respecto al organismo del hombre terreno, hay que entender un estado tal en el que el hombre terreno vive una vida que no cumple las condiciones que se exigen para que su organismo, tanto externa como internamente, esté sano y sea apropiado al cien por cien para la manifestación del ser. Si éste, por ejemplo, consume comida y bebida que, en realidad, no es natural, las condiciones de vida para los microindividuos naturales de un ser así se debilitan en grado correspondiente, es más, pueden ser tan antinaturales que estos microseres no puedan vivir en dicho organismo. Mueren al mismo tiempo que se encarnan microseres inferiores y más robustos y primitivos, que son lo suficientemente resistentes para poder vivir bajo estas condiciones antinaturales. Pero como son menos intelectuales o menos conscientes que los microseres normales, la función de la vida del macroser correspondiente se reduce. Y con esta reducción de la función normal de la vida cesa así mismo, naturalmente, el bienestar normal en grado.
      Si un hombre, por ejemplo, consume bebidas que son embriagantes, que estimulan de manera antinatural, destruye totalmente las condiciones de vida para los microseres normales por medio de cuyas funciones de conciencia experimenta la sensación normal de sed. Y en su organismo se encarnan microseres de un carácter tan primitivo y robusto que pueden vivir o asegurar la vida en estas condiciones anómalas, es más, incluso forman parte de estas condiciones anómalas que hicieron imposible la vida para los microseres normales en este mismo organismo. Pero como estos seres forman, de este modo, parte de estas condiciones anómalas, esto quiere decir que necesitan el alcoholismo del macroser para poder tener la existencia bienestar corporal normal para ellos. Y, por consiguiente, esta necesidad le da a la conciencia una especie de fuerza. Esta fuerza la experimenta el macroser, a su vez, como una sed o necesidad de alcohol o cualquiera de las otras sustancias tóxicas que se ha acostumbrado a consumir. Esto quiere decir, a su vez, que el macroser ha perdido su facultad de experimentar sed natural y, de este modo, tendrá constantemente una sensación antinatural de sed. Su organismo ha perdido, con ello, el talento de experimentar el deseo natural de las sustancias líquidas normales absolutamente necesarias para este organismo.
      Es, naturalmente, evidente que, este mismo fenómeno se hace valer como un principio si el ser se acostumbra a consumir alimentos incorrectos. En este caso los órganos del gusto también se alteran, y el ser se puede acostumbrar a sentir hambre o deseo de alimentos incorrectos. Se da, naturalmente, por descontado que el hecho de que un ser sienta tanto hambre como sed incorrecta y, simultáneamente, satisfaga ambas anomalías tiene que llevar a la socavación del organismo y finalmente convertirlo en un instrumento muy malo o inservible con respecto al estadio evolutivo o estándar normal de este ser.


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