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Realidades que muestran que el ciclo de la vida terrena continúa. "Seres reproductores" y "seres creadores" y "los estadios intermedios" entre ellos. La orientación de los polos y fenómenos que no se pueden cambiar con "seducción" o "educación"   647. Un ciclo de vida terrena ha desfilado ante nuestros ojos. Las cuatro estaciones se han desplegado ante nuestra mirada. Hemos visto una vida terrena física comenzar como un ser en estado embrionario. La hemos visto crecer hasta su culminación y florecimiento. Y la hemos visto degenerar, marchitarse y morir. En la vida diaria esta visión crea en muchos una profunda tristeza. Todavía no saben que ningún ciclo puede existir sin ser una parte o una "espiral" sencilla de un "ciclo de espiral". A pesar de que en, realidad, los seres experimentan sin cesar, como un hecho, el cumplimiento del mensaje divino: "Mientras dure el mundo, no dejarán jamás de sucederse la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, la noche y el día", no están sin embargo seguros de que este mensaje también esté en vigor para la conciencia del ser vivo. No comprenden que a ésta también le sería imposible existir sin ser un "ciclo de espiral". Y con esta falta de conocimiento, fe y confianza en el mensaje lleno de amor universal de la Providencia divina, ven la muerte física o el fin de un ciclo como la llegada del cese eterno de la existencia del ser. Y la desesperación, y el consiguiente dolor y tristeza, son por lo tanto los factores dominantes en las tradiciones de los entierros físicos del hombre terreno.
      Pero ¿por qué no tendrían que seguir los cuatro principios básicos o "estaciones del año" del ciclo el mandato divino de un modo igual de seguro e inevitable en el ciclo de la vida terrena, como lo siguen fielmente en el ciclo del año?
      ¿Acaso no hay nada en la reciente experimentación de "las estaciones del año" del ciclo de la vida terrena que pueda mostrarnos que aquí hay "plantas" o "árboles" que, aún cuando carecen de hojas y aparentemente están muertos, sin embargo pueden sobrevivir el invierno y revelar una nueva profusión de conciencia, aparecer en forma de una nueva primavera con las hermosas copas de follaje, el colorido de las flores y el canto de los pájaros? Sí, por medio de una observación superior no pudimos evitar descubrir ciertos fenómenos que inevitablemente mostraron que los participantes en el ciclo de la vida terrena también participan en otros ciclos. De este modo vimos las dos categorías de seres, una de ellas representada por los que viven en "la alegría de la paternidad", y la otra por los que viven en "la alegría de la creación". Y al mismo tiempo es, naturalmente, un hecho que hay una gran multitud, es más, la mayoría, que vive en los estadios intermedios o de transición entre ambas categorías, es decir, seres que en parte disfrutan de "la alegría de la paternidad", aunque no tengan directamente una familia numerosa, sino simplemente un hijo o dos, y al mismo tiempo disfrutan de "la alegría de la creación", aun cuando tampoco han llegado a ser especialistas dando lugar a grandes manifestaciones o cosas geniales. Que también hay seres que no tienen hijos ni han creado nada de importancia, sino que en la sociedad viven más bien una existencia vagabunda y a costa de otros como estafadores, mendigos o "parados crónicos", es decir, un tipo que encuentra cualquier excusa para evitar que un trabajo verdadero y útil sea bienvenido, lo nombramos aquí solamente para dar una imagen completa.
      Entonces, ¿por qué todos los hombres terrenos no son iguales en el ciclo de la vida terrena? Que se presentan con los tipos mencionados, los tipos "reproductores" y "creadores", y en gran medida como tipos intermedios o "tipos de transición" entre estos dos tipos, es un hecho inalterable, un hecho que adquiere más vida dado que estos seres son demasiado intelectuales para sentirse totalmente felices con la simple "alegría de la paternidad" y demasiado primitivos para llenar su conciencia plenamente con la sola "alegría" altruista "de crear". La orientación de sus polos tiene un carácter tal que su sexo oscila entre el estado del "tipo procreador" y del "creador". Algunos periodos son muy felices y están atados al destino de las tradiciones del enamoramiento animal, otros periodos se lamentan profundamente de sus repercusiones y desean y anhelan las formas de vida que se han liberado de estas tradiciones, las formas de vida que se hallan más allá del proceso de procreación física alabándolas. Que no es en estos seres donde se encuentran las familias muy numerosas, ni donde se encuentran las insuperables y altamente geniales creaciones intelectuales, como por ejemplo un "Cristo", es, por supuesto, evidente.
      Pero como el relevante hombre civilizado de la humanidad terrena, pertenece en su mayor parte a este tipo aquí descrito, oscilante con respecto a la sexualidad, no es tan extraño que en el aspecto matrimonial o procreador no represente la fecunda vida procreadora animal en su culminación, y que tampoco pueda representar todavía un mundo que se manifiesta con una armonía social o una administración llena de genialidad intelectual. En la mentalidad de esta humanidad hay una escisión, tanto en el ámbito moral y político como en el del orden social. Aquí todo es una cosa intermedia entre los dos estadios: "la multiplicación de la familia" y "la creación genial". Y esta cosa intermedia consiste, a su vez, en las colisiones entre "las oscilaciones" sexuales y, por consiguiente, mentales. Estas colisiones son la guerra en todas sus formas y fases. La zona es "la zona de los matrimonios desdichados" y además puede justamente calificarse como "la zona de los talentos creadores inacabados".
      La humanidad terrena está, en realidad, formada por seres inacabados. Pero como la naturaleza no deja nunca, en ningún caso, que algo aparezca como inacabado sin que simultáneamente se manifieste que va de camino hacia una terminación, no hay, por lo tanto, nada que autorice a considerar al hombre terreno como un ser acabado o terminado. Es más, vemos incluso que los seres se manifiestan entre sí de modo que un ser está más o menos acabado que otro. ¿Por qué algunos seres tendrían que nacer y así estar más inacabados que otros?
      Que lo que aquí es decisivo no es la edad física se ve claramente por medio de una observación más detallada, dado que estos seres inacabados no llegan a estar acabados en la vida terrena actual y nadie alcanza a nadie. Naturalmente todos pueden, por decirlo de alguna manera, aprender un oficio o alcanzar los unos a los otros en un estudio científico y obtener los mismos certificados de estudios y las mismas notas, pero esto no es intelectualismo verdadero, sino que sólo se basa en un entrenar o ejercitar la inteligencia, y no significa que estos seres hayan alcanzado los unos a los otros en perfección cósmica. En el verdadero "estadio procreador" o en el verdadero "estadio de creación intelectual" siguen estando igual de lejos los unos de los otros. Aquí vemos, de este modo, muy claramente que lo que se hace valer no es un asunto general de inteligencia o de entrenamiento, sino simplemente que los seres en su "ciclo de vida terrena" aparecen como formando parte de un ciclo superior que sólo se atraviesa o concluye por medio de una cadena completa de "ciclos de vida terrena". El estándar evolutivo de los seres, ya se presenten éstos como pigmeos en la selva o como catedráticos en la universidad de un estado civilizado, dependerá siempre de este "ciclo superior". Las dos distintas etapas del intelectualismo, que las dos formas citadas de conciencia representan, son exclusivamente etapas de este "ciclo superior" y no pueden cambiarse por medio de educación. El pigmeo no puede alcanzar en su vida terrena actual a los máximos representantes del verdadero intelectualismo de los seres civilizados, indiferentemente de lo mucho que se ejercite e indiferentemente de la buena educación que dicha vida terrena le ofrezca.
      Pero de la misma manera que el pigmeo no puede convertirse en un ser altamente intelectual en su vida actual, ni por medio de educación ni de entrenamiento, un ser reproductor acentuadamente masculino o femenino tampoco puede por medio de educación cambiar la orientación de sus polos sexuales en su vida actual, y, naturalmente, tampoco se le puede cambiar por medio de "seducción". Un ser puede "ser seducido" con respecto a realidades que tienen su sede en "el ciclo de vida terrena", pero no con respecto a realidades cuya raíz se encuentra en el propio "ciclo cósmico de espiral". Un hombre joven, masculino puede "seducir" a una mujer también joven a un coito o presunto acto sexual "natural", porque esta seducción es un desencadenamiento de la exigencia corporal de ambos, es una necesidad natural para su bienestar absolutamente sano. Pero este mismo hombre masculino tendrá dificultades para "seducir" a una mujer cuyo polo masculino es el que dirige su ser. Sus pensamientos sexuales o las exigencias de su cuerpo son de una naturaleza distinta a la de la mujer femenina y no podrán satisfacerse por medio del acto "natural". Si realmente se consigue hacerla acceder al coito, el bienestar absolutamente sano, que un acto así ha de dar a la pareja, le faltará totalmente a ella. Es un apareamiento entre un "ser reproductor" y un "ser no reproductor". Un matrimonio basado solamente en una relación así no es ningún matrimonio. Es anómalo. Y la mujer, a pesar de "la seducción", sigue siendo en lo más íntimo de su corazón un ser "no reproductor" totalmente independiente de que "la seducción" haya tenido consecuencias y la haya convertido en madre. Su feminidad, sin duda, se acentuará, pero esto no se debe de ninguna manera a que en su conciencia haya habido un cambio cósmico de su naturaleza, sino exclusivamente a que la función de los órganos maternales se incrementa, cosa que origina cada fecundación para proteger a la descendencia, y sólo será algo transitorio. La diferencia entre esta mujer y una mujer femenina no es una diferencia que pueda cambiarse con "seducción". Es la diferencia entre dos estadios distintos en un ciclo más elevado que "el ciclo de la vida terrena" y, por consiguiente, no puede cambiarse en este ciclo.
      Que el mismo fenómeno surgirá de modo inverso en una situación en que una mujer muy femenina se case con un hombre cuyo polo femenino es el dominante en la conciencia es, naturalmente, evidente. Que un hombre así, aun cuando llegue a ser padre, no cambia ni una jota, aparte de acabar todavía más con el estado matrimonial o dejarlo más atrás, es así mismo un hecho inexorable. Que un estado semejante, sin contacto, surgirá si un hombre extraordinariamente masculino debido a la orientación de sus polos sucumbe ante "la seducción" de otro hombre, que a causa de la orientación de sus polos es extraordinariamente femenino, y consiente en un orgasmo, que para este último es una condición para su bienestar; un bienestar así, aparte de la reacción de la eyaculación, le faltará totalmente al primer hombre. Es más, el acto producirá en su conciencia asco y aversión contra "el seductor". Y tras esta experiencia tendrá una actitud todavía más masculina, y sus exigencias sexuales se dirigirán todavía en mayor grado que antes hacia las mujeres. "La seducción" tampoco puede, en este caso, transformar al ser. Si el hombre que fue "seducido" no reacciona de la manera descrita, sino que, en mayor o menor grado, siente bienestar en relación con el presunto acto "no natural", esto revelará solamente que la orientación femenina de sus propios polos ya ha comenzado a tener lugar. Ya se encuentra en la zona de la categoría del otro ser. Su apariencia exterior masculina sólo es, en realidad, corporal. Desde el punto de vista mental ya forma parte, de una manera consciente o no, de la zona sexual del otro hombre.
      Que algunos de estos seres intentan ocultar este estado suyo engañándose a sí mismos y engañando a otros, diciendo que sólo es por el dinero que se internan en la zona sexual del otro hombre, le confirma todavía más al investigador evolucionado que hace mucho tiempo que han abandonado la orientación polar ultra masculina. Todavía no se ha visto jamás que los seres quieran preferentemente vivir de un oficio que es un "asco" y un "infierno" para su alma. Y nunca se ha generalizado que los que practican la prostitución luchen y trabajen con todas sus fuerzas para liberarse de este oficio suyo anómalo o para abandonarlo. A contrario, el terrible tormento psíquico y el estado de desdicha, que tendría que ser un hecho en la manifestación de un ser si la orientación de sus polos fuera en su mente y en su cuerpo ultra masculina o ultra femenina, pero exclusivamente por circunstancias forzosas tuviera que encontrarse en ese estado, que va en contra de una orientación tal de la conciencia y del cuerpo, para el sustento de la vida, falta totalmente. Por lo general se encuentran perfectamente. Y es esta falta de tormento psíquico lo que convierte en un hecho que este oficio suyo, aparte de que naturalmente es estafa, camufla en realidad para los seres en cuestión su estado que diverge de la orientación ultra masculina o ultra femenina de los polos. Su conciencia manifiesta unos fenómenos a los que ni se puede acostumbrar ni desacostumbrar en una simple vida terrena. La mezcla con que se presenta la orientación de sus polos representa una etapa o estadio de un ciclo más elevado que el ciclo de la vida terrena.


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