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El principio otoño del ciclo del año y la vejez del ser   646. Pero el ciclo continúa. Tras el culminante despliegue del verano, llega el otoño. Tras "la edad adulta" viene "la vejez". Entre "el equinoccio de otoño" y "el solsticio de invierno" vemos en el símbolo los colores marrones del otoño.* En el ciclo terreno del ser vivo este principio también hace su entrada. El otoño es la recolección de la fruta madura. "La alegría de la paternidad" es sustituida aquí por "la alegría de la recolección". Los hijos se han hecho adultos y ahora, como nuevas frutas y granos del árbol genealógico corporal de los padres, pueden continuar independientemente su propia vida. Pueden hacerse cargo de las fatigas de sus padres y continuar las tradiciones físicas de la familia. Los padres han sido liberados y pueden alegrarse del camino de la vida que han recorrido.
      Y tal como sucede con "la alegría de la paternidad" así también sucede con "la alegría creadora". Quienes no tienen en demasiado alto grado los frutos y los resultados de "la alegría de la paternidad" en que asolearse pueden, generalmente, contemplar los resultados de su "alegría creadora". A veces hay una serie de obras de arte geniales, ya se trate de producciones en el campo de la literatura, de la ciencia o de la ingeniería, o bien manifestaciones en el campo del dibujo, el modelado o la pintura, que han sido la producción de una vida a lo largo del tiempo adulto y en cuyos resultados o recolección los seres en cuestión ahora pueden asolearse y regocijarse.
      La vida armoniosa, el hermosamente desplegado verano, ahora ya terminado, está de fiesta. El pelo blanco, las arrugas permanentes fruto de la sonrisa, la mano temblorosa son el follaje marchito del otoño. Son las claras copas de las hayas que ahora caen ante las incipientes heladas nocturnas. Son la blanca escarcha del rocío matinal. Son la atmósfera del "reino de la bienaventuranza" que comienza a acercarse. Este reino pone sobre el rostro entrado en años algo del candor puro que pone sobre el rostro del niño. Y en el brillo de los ojos viejos y cansados resplandece un mundo superior saliéndonos al encuentro. Y ahora acompañamos a este ser "que se está marchitando" en su último trecho de camino en dirección a la puerta del cielo con el mismo deseo de protección que sentimos por el niño o la vida incipiente. Y el ciclo ha terminado. El yo ha terminado su carrera. El yo se ha convertido en polvo, y el polvo se ha convertido en yo, y el yo se ha transfigurado y se ha convertido en uno con la gloria de su padre. Y los supervivientes sólo pueden alcanzar al ser querido en su cielo luminoso o estado sobrenatural, transfigurado a través de la pureza más noble de sus pensamientos.
 
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* Las bandas inclinadas se mencionan como rojas en "La imagen eterna del universo 2".


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