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El uso del alfabeto de letras por el hombre va camino de llegar a ser igual de perfecto que su uso del alfabeto numérico decimal   1049. El mismo esfuerzo que terminó haciendo el lenguaje numérico decimal perfecto se hace ahora valer con respecto al lenguaje de letras. El objetivo del lenguaje de letras es crear un sistema por medio del cual se puedan expresar más directamente los detalles del horizonte de la propia conciencia. Y aquí se ha llegado igualmente a una cierta perfección. Esta perfección se basa, igual que el sistema numérico decimal, en el sistema del alfabeto. Pero lo que hay que expresar con el lenguaje de letras es mucho más complicado. Mientras con el lenguaje numérico decimal sólo se desea o se tiene por objeto expresar la presencia de las unidades en la cantidad de pluralidades, con el lenguaje hablado o de letras se desea expresar el colorido y la estructura especial de las unidades. Por esto es mucho más fácil contar uno, dos, tres, etc., que tener que describir el pequeño mundo especial de cada unidad individual. Y por lo que respecta a su facultad para usar el alfabeto de letras, el hombre terreno todavía está un buen trecho a la rezaga con respecto a su facultad para usar el alfabeto numérico decimal, aunque naturalmente con esta última facultad pueda hacer errores de cálculo muy grandes. Pero igual que el horizonte de los hombres se agrandó y se le presentaron exigencias cada vez mayores a la capacidad del sistema numérico decimal, que sólo culminó cuando dicho sistema era tan perfecto que podía expresar todos los tamaños de números, la facultad de los hombres para usar el sistema del lenguaje también sigue estando en crecimiento y sólo culminará cuando exprese el colorido de todos los tamaños de los números, que es exactamente lo mismo que el infinito y, por consiguiente, el análisis del universo y del ser vivo o, en otras palabras, los análisis cósmicos de la vida o de la existencia. El ser no estará contento de su facultad de usar el lenguaje hasta que no pueda expresar estos análisis, es decir, la verdad absoluta tras todas las ilusiones, y el uso de esta facultad no culminará antes de esto. Hasta entonces el ser tiene que seguir modificando conceptos y expresiones, además del consiguiente concepto de la vida y de la existencia. Estos fenómenos sólo pueden, por consiguiente, considerarse como detalles "relativos" o locales de su propia conciencia. Todavía vive únicamente en "lo temporal". Su lenguaje todavía no puede expresar "lo eterno". Y mientras no lo haga será imposible una satisfacción absoluta, es decir, la paz o bienaventuranza absoluta.


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