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"El clima de inteligencia". La lucha entre "los creyentes" y "los incrédulos" y sus consecuencias  630. ¿Pero qué aspecto tienen estos caminantes? Al comienzo no tienen, naturalmente, una actitud tan noble como la que hemos mencionado más arriba. Al contrario, se caracterizan más bien, por identificarse con los seres que llamamos "irreligiosos". Todos ellos son seres cuya facultad intelectiva domina demasiado con respecto a la facultad del sentimiento. Es por ello que llamaremos a la atmósfera de pensamientos conjunta de estos seres "clima de inteligencia". Frente a todo lo religioso tienen un escepticismo absoluto. Las verdades religiosas heredadas del pasado son más bien consideradas por estos seres como una expresión de ingenuidad y superstición, porque las juzgan exclusivamente según la terminología elemental, adecuada a una facultad de comprensión primitiva, con la cual hoy todavía se enseñan o presentan estas verdades. Esta terminología no está prevista para una explicación de tipo intelectual, no se ha fijado en absoluto con el fin de ser un análisis, sino que al contrario se ha creado para constituir solamente un ideal que engendra sentimientos, análogo a los sacramentos y los ritos de bautismo. Como estas realidades, por consiguiente, se basan ante todo en el hecho de tener que ser alimento para la facultad de creer, no pueden naturalmente tener ningún valor especial para seres que han perdido, en mayor o menor grado, esta facultad. Y estos seres en cuestión también son considerados por "los creyentes" como "incrédulos" que si no se "convierten" se "perderán". Estos presuntos "incrédulos" constituyen, con todo su escepticismo y antipatía contra todo lo religioso, un clima de pensamientos extraordinariamente grande en la zona del hombre terreno. "En la casa del Padre" forman una "esfera de conciencia", una "morada" totalmente distinta que los primeros. Pero no es una "morada" situada al lado, ni es otro lugar en el espacio. En sentido físico ambas "moradas" ocupan el mismo espacio. Se extienden a lo largo de los mismos continentes, los mismos océanos, las mismas ciudades y los mismos países. Sus habitantes viajan con los mismos barcos, trenes, autobuses y aviones. Tienen calles y caminos comunes, es más, tienen en gran medida casas, fábricas, parques públicos, instituciones, escuelas comunes, son accionistas o socios de las mismas empresas, sociedades anónimas, etc. Tal como hemos dicho, las dos "moradas" se encuentran, por consiguiente, en el mismo lugar. Su separación es exclusivamente de naturaleza espiritual. Por lo tanto, tampoco son directamente perceptibles por el hombre terreno común. Y, así mismo, son más bien desconocidas por este ser, es más, incluso la mayor parte de los propios habitantes de estas dos esferas todavía no sospecha la existencia de esta zona de su propia región mental, ni sospecha su lugar en el ciclo, y aún menos sus análisis. Pero, mientras existan verdaderos "creyentes" y verdaderos "incrédulos" no puede, no obstante, negarse su existencia.
      Como ya hemos dicho, estos últimos seres tienen una inteligencia demasiado dominante con respecto al sentimiento. El desarrollo de esta facultad hace tiempo que ha ahogado su facultad de creer. Se han convertido "en seres analíticos". Sólo quieren vivir de una manera en que trabajan con realidades físicas totalmente tangibles. Todos los fenómenos que no pueden pesarse y medirse son para ellos algo no natural, irreal o superstición. Pero esto no significa necesariamente que estas personas sean verdaderamente "malas". Al contrario, a veces a muchas personas de estas hay que calificarlas de "buenas" y como manifestándose con un carácter noble y excelente, mientras que a veces sucede lo contrario con aquellos que hemos calificado de "creyentes". Entre ellos se puede encontrar con mucha frecuencia a seres de una naturaleza muy "mala" y mezquina, lo cual jamás puede negarse mientras en esta zona se juzgue tan duramente a todos los que piensan de manera distinta, se los sentencie con la inquisición, la hoguera, el fuego y se los condene a la perdición. Estos dos climas de pensamientos o "moradas espirituales" contienen, por consiguiente, en el mismo grado tanto hombres "malos" como "buenos". Y debido a esto, no puede decirse que una de estas moradas sea superior a la otra con respecto a la cultura. Cada una de ellas tiene exactamente las faltas que hacen que sus "moradores" no sean ni perfectos ni estén salvados. Nunca jamás se podrá crear una "paz duradera" en el dominio de estas dos zonas. Los individuos de cada uno de estos grupos son demasiado intolerantes o incomprensivos con respecto al derecho a la existencia del otro grupo para que esto pueda tener lugar. Por consiguiente, habrá guerra entre los seres de estas zonas. Los climas de pensamientos de cada una de estas dos zonas reaccionan de manera muy violenta con respecto a la otra. "Los creyentes" consideran a "los incrédulos" "pecadores", los consideran seres que pertenecen al "diablo" o a otras fuerzas "del mal" si no "se convierten", es decir, se vuelven creyentes. Y "los incrédulos" no cuentan con "los creyentes" porque, desde el punto de vista de la inteligencia, son superiores a ellos. Y ninguno de los dos grupos comprende cuál es la verdadera relación entre ambos y, por lo tanto, no pueden respetarse mutuamente ni darse el derecho a la existencia que en justicia les corresponde. Surge una "química cósmica" muy errónea. Las reacciones de los pensamientos adquieren una naturaleza mortífera o belicosa. En otras palabras, los climas de pensamientos de las dos esferas se hacen "venenosos", desde el punto de vista mental se convierten en mutiladores o mortíferos para los propios individuos. La prueba de ello son los abarrotados hospitales psiquiátricos y establecimientos para deficientes mentales que hay alrededor del mundo, junto con todos los estados de guerra o todas las activaciones mortíferas o sangrientas de tipo material que tienen lugar y que estos climas de pensamientos engendran en la configuración cotidiana de la vida de la gente.


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