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"Materialismo" y "humanitarismo"  605. Si miramos todo lo que podemos percibir como las formas de vida que llamamos "hombre terreno", entonces no es difícil ver que, precisamente, se encuentran en diversos estadios de "saciedad" de la existencia física. Algunos hombres van aceleradamente de camino hacia ella, tienen un deseo extraordinario de materias físicas (dinero, propiedades y poder físico), son "materialistas" en el estadio culminante del materialismo. Tales seres sólo tienen, generalmente, una facultad muy elemental de creer con conciencia diurna en algo que no sea físico. Sólo creen en su pasajera vida terrena actual y la conciben como toda su existencia. La idea de la inmortalidad, de mundos espirituales o zonas de existencia superiores o la creencia en ello sólo puede, por consiguiente, ser interpretada por estos seres como un producto de la fantasía, como una superstición o una ingenuidad.
      Juntamente con estos seres, encontramos en la humanidad terrena otros seres que ya hace tiempo han pasado el estadio culminante del materialismo, han tenido experiencias superiores, y para quienes la inmortalidad y las formas de existencia superiores están en su zona de conciencia diurna, se han convertido en hechos reales.
      Que estos seres están verdaderamente mucho más adelantados en su evolución que los otros se convierte en un hecho, dado que no sólo tienen una inteligencia que está a la altura de la de los "materialistas", y debido a lo cual se orientan, por consiguiente, con la misma facilidad que ellos en los fenómenos naturales, sino que también revelan en su actuación diaria humanitarismo, es decir, respetan a sus semejantes de todas las categorías: plantas, animales y hombres de una manera que supera altamente la disposición a la simpatía de los seres materialistas. Como resulta que el humanitarismo aparece con fases o en una escala de peldaños ascendentes desde estadios iniciales bastante primitivos hasta estadios muy amplios o brillantes, en que la misma cualidad o facultad se ha convertido en algo genial, y todos los estadios de esta escala equivalen a los llamados "grados de carácter" del hombre terreno, la identidad de "los humanitarios" como "más evolucionados" que los materialistas se confirma inevitablemente con ello. Negar esto es lo mismo que negar la realidad que diferencia al hombre del animal. Cuanto más bajo es el peldaño de la escala de la humanidad que el hombre representa, más se parece su actuación a la del animal. Es más, ¿no es precisamente así que el estadio animal, es decir las tendencias a la indiferencia, las tendencias mortíferas y mutiladoras de la conciencia, culminan en el hombre inhumano y que este ser se convierte, de este modo, en un animal en su estadio de manifestación o genialidad suprema? Si al hombre civilizado se le quita el humanitarismo lo único que queda es un hombre primitivo, un hombre del pasado que originariamente no conoce otras leyes que las que fomentan "la ley del más fuerte", el código sobreentendido de la vida del animal. Ciertamente, el humanitarismo o amor no puede catalogarse como formando parte de las más bajas esferas del primitivismo de la humanidad. Sólo puede, al contrario, brillar y centellear como el fundamento que soporta todo camino hacia las cimas de la vida.


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