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Cuando el punto de equilibrio entre las materias del organismo y la conciencia se perturba. "Fiebre física" y "fiebre psíquica". "Perturbaciones psíquicas", "enfermedad mental" y "debilidad mental"  589. Toda forma de manifestación o experimentación de la vida tiene necesariamente que basarse en una interacción interna entre las diversas materias del organismo. Pero esta interacción sería imposible si no hubiera un punto común de equilibrio entre el grado de solidez de las diversas materias pertinentes y la facultad de reacción relacionada con ellas. Si el yo manipulase con "fuego" puro, una experiencia física, orgánica, sería imposible, exactamente lo mismo sucedería si el yo manipulase con "frío" puro. Todo estaría petrificado y, por consiguiente, toda función orgánica sería imposible. Ya vemos cómo la conciencia del individuo no es normal con "la fiebre", es decir, en una situación en que surge algún obstáculo en el control de la coherencia o consistencia por parte del yo, y con lo cual el equilibrio entre las dos grandes energías básicas del organismo, "peso" y "sentimiento", se perturba. El organismo es atravesado alternativamente por ondas de frío y de calor, tiene frío y suda, al mismo tiempo que las funciones del pensamiento o conciencia del ser en cuestión se perturban. Ve "visiones". En otras palabras, la capacidad de experimentar la vida depende del control que el individuo tiene sobre el volumen y sobre la coherencia o consistencia de las materias de su subconciencia, y de la consiguiente "temperatura normal" o equilibrio entre la facultad de despliegue de dichas materias. Un control deficiente del volumen y de la coherencia o consistencia da inmediatamente lugar a una "evaporación" o "condensación" intensificada de algunas de las materias vitales. Y, por consiguiente, en una situación así el individuo experimenta, de manera correspondiente, la vida de una forma anómala. Estas formas anómalas de experimentar la vida se hallan en gran medida en la zona humana terrena y se conocen no sólo como "fiebre" en el organismo físico, sino que también aparecen como "perturbaciones psíquicas", "enfermedades mentales" y "debilidad mental" en todas sus formas. Todos los fenómenos agrupados aquí se deben exclusivamente a estorbos en el control del volumen y la coherencia o consistencia del individuo en cuestión. Pero estas últimas anomalías psíquicas no se deben tanto al desequilibrio entre "peso" y "sentimiento" como al desequilibrio entre las más elevadas energías básicas de la conciencia y, por lo tanto, no es necesario que afecten a la temperatura normal puramente física. Por consiguiente, deben calificarse de una especie de "fiebre psíquica". En una situación así los individuos pueden, por esto, ser incluso muy sanos y fuertes desde un punto de vista puramente corporal.


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