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La visión que el hombre común tiene del universo y de los hechos reales. Un conflicto entre "la teoría del perdón de los pecados" y las leyes de la vida o la verdad real  586. Se objetará quizá que la estructura del universo corresponde a la primera, ya que esta estructura expresa todo lo visible del universo desde el punto de vista de validez general para el hombre terreno. Desde este punto de vista los seres vivos están muy lejos de tener "igualdad de derechos". Aquí aparecen todas las formas de privilegios y postergaciones y las consiguientes formas de "injusticia" o "martirio".
      Pero, ¿puede ser cierto que el universo no esté construido o no se manifieste según el plan lógico más perfecto? ¿No hay nada equivocado en esta manera humana de ver las cosas? En todo caso es necesario reconocer que esto sólo cubre una parte muy pequeña del verdadero plan según el que está construido el universo, a pesar de que se cree haber encontrado en "la teoría del perdón de los pecados" la totalidad o solución. Pero en lo que antecede ya hemos visto que a este perdón, a pesar de que en forma de un "sacramento" ha sido ciertamente una gran ayuda o una fuerza muy grande en la promoción de "la sugestión divina" en un momento en que la mentalidad del hombre de la Tierra no podía ser dirigida por la inteligencia, sino que solamente podía ser dirigida por el sentimiento, no se le puede dejar de considerar como un obstáculo considerable, como una densa niebla para el ser que, en virtud de su inteligencia o facultades intelectuales, ha llegado al punto de querer conocer la verdad absoluta y real o la solución del misterio de la vida. Esta teoría, que ha pasado a formar parte de la Biblia en una época posterior a muchas de las verdades absolutamente básicas como por ejemplo: "Tiene que pagar según sus actos", "Mete tu espada en la vaina porque quien a espada mata a espada muere", "Como un hombre siembra así cosechará" junto con otras muchas, se ha convertido poco a poco en una niebla tan densa que oculta totalmente la base que prueba que estos importantes resultados de la vida son verdaderos o se identifican con la verdad. "La teoría del perdón de los pecados", basada en la pasión de Jesucristo, que le da al hombre "bienaventuranza eterna", sin tener en cuenta lo que ha cometido o hecho en forma de "pecado", sufrimiento y persecución contra sí mismo y otros seres, cuando simplemente "se arrepiente de sus pecados", hace innecesario el cumplimiento u observación de estas leyes de vida. De este modo, surge un conflicto entre esta teoría y la identidad de las leyes de la vida como verdad. En este conflicto la teoría del perdón de los pecados basada en la pasión de Jesucristo es extremadamente vaga. Simplemente su exigencia de que hay que "arrepentirse" de su pecado es la exigencia de prestar algo que no está bajo el dominio de la propia voluntad. "Arrepentirse" no es un acto de la inteligencia o de la voluntad, sino del "sentimiento". "Arrepentirse" no es algo que sucede porque uno lo quiere. También tiene igualmente lugar cuando uno no lo quiere. Consiste en el desencadenamiento de un conflicto entre nuestras fuerzas psíquicas y tiene lugar totalmente al margen de nuestra voluntad.
      Lo único que puede provocar "el arrepentimiento" es vivir la experiencia de que se ha sido injusto contra algo o alguien. Si no se puede tener esta vivencia o experiencia es totalmente imposible provocar "el arrepentimiento". Pero la teoría del perdón de los pecados en sí no se basa en el hecho de dar informaciones y expresa esto con las palabras: "Los caminos de Dios son inescrutables". En cambio, se promete "la perdición eterna" a quienes no "se arrepientan" o "tengan contrición" de sus "pecados" antes de morirse. Con esto, pide el cumplimiento de un acto que no está controlado por la voluntad. Hace que "el camino hacia el cielo" o "bienaventuranza" esté condicionado por algo sobre lo que el individuo tiene tan poco poder como sobre el hecho de que el color natural de sus ojos sea castaño o azul, y confirma con ello lo insostenible de la situación, al mismo tiempo que vela o cubre la parte de la estructura del universo que convierte las verdades eternas antes mencionadas en inalterables, a saber, la gran realidad que llamamos "ciclo" y que se presenta en la naturaleza de una manera sumamente prominente.


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