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"El deseo primario" es un resultado de lo que su origen ha experimentado previamente o del destino de éste. Como este destino, a su vez, sólo ha podido llegar a tal en virtud de precedentes "deseos primarios", y así sucesivamente, aquí se nos confirma la existencia eterna del ser  556. El primer móvil desencadenante de experiencias o creación es, por consiguiente, "el deseo primario". Este deseo es, como ya hemos dicho, un deseo eterno de vivir y hacer experiencias. Es el nexo fundamental entre el yo y las manifestaciones. Se pierde en "el algo n.º 1" y constituye lo primero que, a partir de aquí, recibe el nombre de "algo n.º 2" y sigue revelando su fuerza como el elemento soportador a través de todos los detalles del "algo n.º 3". Como ya hemos dicho, es todas las tendencias de la conciencia o todos los climas de pensamientos y, por consiguiente, la madre de la vida misma.
      El ser no tiene conciencia directa del "deseo primario", ya que éste es en sí mismo una consecuencia permanente de las funciones automáticas dirigentes del individuo. Por sí mismo constituye un resultado de las experiencias, la manifestación y el destino precedente de su origen. Si su origen, el yo, no hubiera tenido un estado precedente así en que había hecho experiencias, "el deseo primario" no podría de ninguna manera activarse. Si una vez hubiera sido quietud, ¿que habría podido entonces ponerlo en marcha o en movimiento? Algo que está quieto sólo puede ponerse en marcha por medio de fuerza o energía. Pero la fuerza o energía no se encuentra fuera del "algo n.º 2" y del "algo n.º 3" con los que, precisamente, es idéntica. "El deseo primario" era, por consiguiente, mantenido en funcionamiento desde abajo, lo cual quiere decir que todas las experiencias y estados de la vida cotidiana actual de un ser se convierten en la causa de la futura aparición o presencia de este deseo en la conciencia del mismo ser. "El deseo primario" actual del ser vivo es, así pues, una consecuencia directa de la existencia o destino precedente del ser. Pero como este destino precedente no puede haberse formado sin un "deseo primario" previamente existente, y éste, a su vez, es un resultado de una existencia previa, y así sucesivamente, en el análisis del "deseo primario" encontramos una confirmación indiscutible de la existencia eterna del ser vivo. "El deseo primario" engendra "destino", y "el destino" engendra "deseo primario", y éste es el análisis eterno de la vida. Toda manifestación de vida se sitúa, así pues, en la parte del "principio trino" que está constituida por "X2" y "X3". Estas dos "X" son la conciencia y la vida de "X1", lo cual quiere decir por su parte que constituyen una propiedad eterna de dicho "X1".


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