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La relatividad. Todos los detalles accesibles por los sentidos sólo constituyen un análisis de la relación de éstos con nuestro propio punto de mira o puesto en el centro de nuestro horizonte  542. La pregunta más importante es entonces la siguiente: ¿Cómo puede un "algo n.º 1" aparecer con forma "visible" como masas de sustancia sólida, líquida y gaseosa, y así aparecer como elementos, seres y cosas, crear penas, alegrías, tormentos y bienestar, maldiciones y bendiciones, conocimiento y saber enormes junto con un extraordinario y destacado primitivismo, luminosas esferas de experimentación y esferas llenas de enfermedad, necesidad e indigencia, y otras muchas cosas?
      Aquí la respuesta tiene que ser que sólo puede hacerlo en virtud de que estos detalles sólo son ilusiones. Sólo expresan relaciones con otras ilusiones. Esta relación es a lo que llamamos "relatividad". "Relatividad" es, así pues, lo mismo que la relación de una cosa con otra y la consiguiente reacción en el conjunto de sentidos o facultad de experimentar. Cuando vemos que el horizonte se tiñe de azul en la lejanía, esta visión es "relativa". Si vamos a la zona que actualmente se ve como si eventualmente se estuviera "tiñendo de azul", veremos que la zona desde nuestro nuevo puesto por lo general no es más azul que la zona que dejamos, es más, quizá esté incluso totalmente recubierta de césped verde, campos de trigo amarillos o brezo marrón, u otras cosas con colores que difieren totalmente del azul. "Lo azulado" falta totalmente. "Lo azulado" que observamos desde nuestro primer puesto sólo es, de este modo, el análisis de colores del horizonte visto desde nuestro primer puesto o punto de mira. Cuando abandonamos este punto de mira y nos acercamos al horizonte lejano que aparecía desde allí, "lo azulado" desaparecía cada vez más para finalmente dejarse de ver. La causa de esto, de que "lo azulado" desapareciera se debe sólo a la circunstancia de que el horizonte lejano se ve a través de una capa atmosférica más densa que el horizonte cercano. Como el color "azul" del aire es tan débil que sólo se puede ver cuando lo vemos a través de una capa atmosférica de un kilómetro, se comprende por qué disminuye a medida que uno se acerca al horizonte lejano. Cuando nos acercamos a él, kilómetro tras kilómetro, la distancia del océano de aire entre nuestros ojos y los detalles del horizonte se acorta igualmente estos kilómetros, lo cual quiere decir a su vez que la capa atmosférica entre nuestros ojos y dichos detalles se acorta este número de kilómetros, con lo que los mismos detalles tienen que volverse de manera irrevocable y de modo correspondiente cada vez más claros o más accesibles para la vista. Que esto tiene que plasmarse en el hecho de que el color "azul" desaparece, se da naturalmente por descontado, dado que el color "azul" del horizonte lejano sólo se debe a que el horizonte se había visto a través de una zona tan gruesa del océano de aire que su color azul lo dominaba todo y nuestra visión del horizonte lejano era lo mismo que verlo a través de "gafas azules".
      Que el horizonte lejano sea "azulado" es, así pues, una ilusión. En realidad, tal como hemos visto, no es en absoluto "azulado", sino que puede tener colores totalmente distintos cuando se lo ve de cerca. El horizonte "azulado" es, por consiguiente, una visión "relativa". "Lo azulado" no tiene nada que ver con los detalles del horizonte lejano. Consiste simplemente en una reacción de nuestra propia experimentación o percepción de dicho horizonte. Es algo relacionado con el observador y sus condiciones de observación y no puede nunca, en ningún caso, ser un análisis del objeto en sí. Pero esto no es sólo válido para el color azul del horizonte lejano, también lo es para todos sus otros detalles o, por lo demás, para todo lo que, con excepción de las experiencias cósmicas, percibimos en la vida cotidiana. Las experiencias o análisis que hacemos en ella serán algo entre nosotros mismos y las condiciones que rigen nuestra experimentación, exactamente del mismo modo que con los colores "azules" del horizonte. Todos los análisis físicos a que llegamos sólo expresan estas condiciones para la experimentación. Estas condiciones serán de alguna manera "gafas coloreadas" a través de las que miramos. El análisis que le damos a la cosa no es, en realidad, el verdadero análisis de la cosa, sino solamente "el color" de "las gafas" (condiciones de percepción) que tenemos a nuestra disposición.
      Que esto tiene lugar de esta manera se confirma hasta la saciedad por medio de muchas cosas totalmente corrientes. Si estamos junto a un camino recto y ancho, vemos que se hace cada vez más estrecho para finalmente terminar en punta a lo lejos, en el horizonte lejano. Que esta imagen no es el verdadero análisis del camino, que normalmente es igual de ancho en el horizonte lejano que en el horizonte cercano, lo sabe todo el mundo. Es otra cosa que lo que parece ser. Su disminución en el horizonte es pura ilusión. No tiene nada que ver con la realidad. Nuestra "visión" del camino no es, por consiguiente, el verdadero análisis del camino, sino el camino visto a través de nuestras "gafas coloreadas", es decir, condiciones físicas de percepción. La disminución en el horizonte es, así pues, de alguna manera un camuflaje del verdadero análisis físico del camino. Pero del mismo modo que el camino aparentemente se hace más estrecho en la lejanía, todos los detalles del horizonte lejano se presentan con una escala totalmente distinta que la inicial. Casas, haciendas, árboles, seres humanos y animales se convierten en "microscópicos" en relación con los detalles del horizonte cercano. Y si uno se aleja del horizonte cercano, sus detalles también tienen el aspecto de ser cada vez más microscópicos a medida que se va convirtiendo en horizonte lejano. Todos los detalles del horizonte sensorial físico aparecen de este modo, tal como hemos visto aquí, tanto con colores como a una escala que no es el verdadero análisis de las cosas, sino que al contrario sólo constituye un análisis de relaciones con respecto a los detalles del horizonte cercano. El color y tamaño de las cosas del horizonte de nuestros sentidos físicos sólo es, en realidad, una cuestión de distancia, es decir, el espacio normal desde el lugar del que contempla hasta el objeto. Este espacio determina la reacción que producen los detalles en nuestro equipo sensorial o conjunto de sentidos, mientras el lugar del que contempla determina la escala con que debe medirse el análisis físico de las experiencias. Este lugar es el centro de la zona del horizonte. Y cada forma de experiencia física sólo es, en realidad, una experimentación de la relación de las cosas con este centro o lugar en que nos encontramos. Toda experimentación es calculada y analizada en relación con esto. Esto también se aplica a nuestra experiencia de todo lo que forma parte del concepto "movimiento". Como todas las velocidades están calculadas en relación con este centro nuestro, lo llamaremos nuestro "punto" físico "fijo". Pero como este "punto fijo" está constituido, entre otras cosas, por el globo terrestre, y éste avanza en el espacio a una velocidad colosal, nuestra experimentación del "punto fijo" es así mismo ilusoria. Nuestro "punto fijo" sólo constituye una relación de movimiento con respecto a otro movimiento. ¿De qué sirve que nos movamos con un avión a 200 km. por hora en dirección oeste cuando el globo terrestre se mueve en dirección este a una velocidad mucho más grande? Entonces no viajamos de ninguna manera en dirección oeste, sino que, en realidad, somos llevados a gran velocidad hacia el este. Como la Tierra constituye un fragmento de sistemas todavía mayores, cada uno de los cuales lleva a la Tierra en direcciones tan diversas que todos los puntos cardinales están representados, nuestro movimiento con el avión será una ilusión al cien por cien. La gran cantidad de direcciones de los movimientos a que se nos llevó se neutralizaron enteramente las unas a las otras. Desde un punto de vista cósmico no avanzamos un solo milímetro en el espacio.


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