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| Todo lo que se percibe es "el algo divino". "La realidad absoluta" y "la realidad construida". Las tres "X" se convierten de nuevo en un hecho |
534. Pero en este movimiento rítmico encontramos por primera vez "el principio de perspectiva", ya que aquí de lo que se trata es de una experiencia de la relación de tamaño o contraste.
En realidad, en el universo sólo existe "el algo divino".
Este "algo" eterno "se ve a sí mismo" en forma de todos los contrastes existentes que, a su vez, según su análisis más profundo, sólo expresan relaciones "en perspectiva" y, por consiguiente, son ilusorios.
Esto quiere decir, por su parte, que todo lo que se percibe o experimenta es, en realidad, "el algo divino".
Sin embargo, no lo captamos o percibimos en su existencia sin contrastes o "inmaterial", pero no por ello menos absoluta, porque esta existencia simplemente no es accesible por medio de la percepción.
Existe, claro está, antes de la percepción.
Y es por esto que aquí nos hemos visto precisados a expresar su análisis únicamente como "algo que es".
Como existe antes de la percepción, y ésta, a su vez, no puede existir sin ser idéntica a una cualidad de este "algo", dicho "algo" es, evidentemente, el origen de la facultad de percepción. Por medio de esta facultad el mencionado "algo" está en condiciones de "ver", "oír", "oler", "saborear", "sentir" o "percibir". Pero, ¿qué es lo que está en condiciones de "percibir" o "sentir"? Sólo existe, claro está, el mencionado "algo". Y este algo lo llena todo. La facultad de percepción se manifiesta, por consiguiente, como un "algo" en el que "el algo n.º 1" puede experimentarse a sí mismo. Pero un "experimentar" dicho "algo" no es lo mismo que este "algo" en sí. La experiencia, según su análisis más profundo, no puede jamás ser otra cosa que una "copia" de la realidad. Entre la experiencia y la realidad habrá siempre inevitablemente la diferencia de que la experiencia es algo construido, mientras la realidad es eterna. "El algo n.º 1" nombrado jamás puede, por lo tanto, experimentar la realidad (a sí mismo) por medio de la facultad de percepción, sino al contrario sólo una "copia" de la realidad, es decir, jamás puede llegar a experimentarse a sí mismo directamente por medio de la facultad de percepción, pero sólo "ve" o "percibe" una "copia" construida de sí mismo. De este modo, aquí se convierte en un hecho para el investigador evolucionado que la realidad aparece con dos análisis, es decir, "la realidad absoluta" y "la visión de esta realidad", significando esto último "la realidad percibida y, por consiguiente, construida o creada". Pero con esto también se convierte en un hecho para este investigador un tercer "algo", a saber, "la facultad de percepción" que, a su vez, es lo mismo que "la facultad creadora". El supremo análisis de la realidad absoluta se manifiesta así como tres "algo" distintos, a saber, un "algo n.º 1" (la propia realidad inmóvil), un "algo n.º 2" (la facultad de percepción o facultad creadora) y un "algo n.º 3" (la visión o experimentación de la realidad). Y aquí estamos de nuevo ante las tres ineludibles "X". Este análisis es tanto más verdadero a medida que gradualmente se hace ineludible para cada ser vivo que ha alcanzado el estadio de pensar libremente o de evolución en lógica. Todo hombre imparcial no puede prescindir del hecho de que él mismo constituye un "algo" que experimenta, piensa y actúa o se manifiesta. Es indiscutiblemente un "algo" que "percibe" o "crea". Así pues, no puede dejar de reconocer que constituye un "X1" o "algo n.º 1". Como la facultad de percepción o facultad creadora de cada ser vivo también es un hecho, un "X2" o "algo n.º 2" es así mismo un hecho. Pero como cada ser vivo también constituye una manifestación o producción en forma de su organismo, su identidad como "X3" o como "algo n.º 3" se convierte del mismo modo en un hecho inconmovible. Que estos tres "algo" constituyen una unidad, y que sin esta identidad su existencia como "ser vivo" sería imposible, también se muestra aquí como algo irrefutable. |
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