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El yo adquiere la capacidad de reaccionar. "La supraconciencia" y "el elemento de destino"  532. Pero cuando el yo se convierte, de este modo, en uno con esta energía, se muestra por primera vez como capaz de reaccionar. Puede reaccionar frente a las otras seis energías básicas de la existencia. El resultado de esto es un mantenimiento y una conservación de la supraconciencia. Por medio de esta realidad, el yo mantiene su "individualidad" eterna y constituye una unidad independiente en el universo. Por lo tanto, la existencia de la supraconciencia se debe en primer término a la parcial identidad del yo con "la energía materna", y a la prominente facultad de este yo de reaccionar por este conducto frente a las otras energías de la existencia. Esta reacción es tanto más importante para el yo en cuanto constituye el conjunto de toda la vida de su conciencia y hace de este yo "un ser vivo". La supraconciencia es, así pues, el asiento general de esta vida de la conciencia. Como hemos visto aquí, la supraconciencia está formada, a su vez, por el yo y su "deseo primario" o voluntad eterna de manifestación de vida. "El deseo primario" es, por su parte, una realidad que surge en virtud del contacto del yo con la energía materna. Como este contacto es eterno, "el deseo primario" del yo también será, de este modo, eterno. Pero como todo deseo es lo mismo que atracción, y "el deseo primario" no es ninguna excepción con respecto a esto, el resultado de esta eterna atracción de materia (las energías básicas) que el yo muestra constituye una correspondiente condensación de materia. Esta atracción acumula materia alrededor de su origen. Pero una acumulación de materia de este tipo no tiene lugar al azar o a ciegas. Se muestra como sumamente racional. A "la conciencia cósmica" se le muestra de manera que "el deseo primario" se desencadena según un método determinado que da forma y carácter a dicha acumulación de materia. Esta forma y carácter es siempre una "realización" del "deseo primario", lo cual quiere, a su vez, decir una realidad provechosa para la experimentación de la vida o existencia. De este modo, dicha acumulación de materia se manifiesta como un "instrumento" u "órgano".
      El yo, por medio de su "deseo primario", mantiene aquí, así pues, un órgano o instrumento para experimentar la vida. La supraconciencia tiene su asiento en este órgano que se convierte en su "cuerpo". A este cuerpo ya lo hemos mencionado anteriormente con la expresión "elemento de destino". La supraconciencia del ser vivo se compone, de este modo, del yo, del "deseo primario" y del "elemento de destino". Estas tres realidades constituyen conjuntamente "la dirección suprema" del ser vivo. Aquí la energía sustentadora más importante es, como hemos dicho, la séptima energía básica. Sin embargo lo que aquí está en vigor, igual que en ciertos casos anteriores, es que sólo podemos separar los fenómenos entre sí en el análisis. En realidad se presentan enlazados formando una unidad que trabaja conjuntamente, pero conservando cada uno su carácter especial y de importancia vital para el trabajo en común.


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