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"El deseo primario" y "la energía materna"  531. Pero esta unidad compuesta del yo y "el deseo primario" todavía no es ningún "ser vivo". Aquí sólo estamos todavía en el análisis del primer principio de éste: "X1". No es suficiente con que haya un "algo" que puede irradiar fuerza de atracción. Un yo y un deseo no es ninguna "manifestación" ni del yo ni del deseo y en sí no contienen ningún fundamento ni ninguna forma en absoluto para el cumplimiento del deseo. Esta parte del análisis del "ser vivo" todavía se encuentra totalmente fuera de toda observación o percepción y, por consiguiente, fuera de todo lo que conocemos como manifestación y experimentación.
      Sólo con su "deseo primario", el yo todavía no tiene, por lo tanto, ninguna forma en absoluto de conciencia manifestada o experiencia de la existencia o vida de otros seres. En sí mismo carece totalmente de pensamientos, de experiencia, de funciones orgánicas. Se encuentra en medio de una quietud o silencio eterno, y lo único que puede romperlo es, precisamente, su propio "deseo primario" que aquí, debido a su falta de órganos o sentidos, no tiene ninguna facultad en absoluto de ver, oír, percibir o por otro medio llegar a comprender. El yo, de este modo, no tiene aquí ningún conocimiento en absoluto sobre su propia existencia. Es más, ni siquiera puede adquirir conciencia del "deseo primario" propiamente dicho. Y aquí se nos revelaría, así pues, un estado de muerte eterna, una noche eterna, un silencio, o falta de vida, eterno y total si el yo, por medio del "deseo primario" no estuviera ligado a la séptima energía básica: la energía materna. Esta energía tiene asiento en el yo mismo, se pierde dentro de éste, del mismo modo que éste se pierde en ella y así, en cierta manera, se convierte en uno con esta energía.


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