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"El deseo primario" y el yo. Por medio del "deseo primario" el yo está enraizado en la materia y ésta en el yo  530. Esta realidad, ¿puede entonces ser sinónimo de energía? Sí, ya sabemos que las tres "X" no son tres realidades separadas, sino tres análisis de una cosa. Esta cosa única es "el algo divino". Este "algo", como ya hemos dicho, no puede existir como una unidad separada de las otras dos "X", del mismo modo que cada una de éstas tampoco puede existir individualmente como una unidad separada. Toda sustancia constituye "el principio trino", y cada yo es, por consiguiente, idéntico a "sustancia", y toda "sustancia" constituye, según su análisis más profundo, "el algo divino". Es por ello que sustancia sólo puede existir como sinónimo de vida, sustancia es, en todas las circunstancias y en cada situación, una combinación de seres vivos (microseres). El análisis total del universo es, de este modo, lo mismo que un océano de sustancias cuyas partículas básicas son "principios trinos", lo cual es, a su vez, lo mismo que "seres vivos". Cada una de las tres "X" sólo existe, así pues, como estando compuesta de las otras dos "X" o siendo idéntica a ellas. "El deseo primario" sólo puede, por ello, existir como idéntico al yo. El yo se manifiesta, por lo tanto, aquí con dos nuevos análisis: dicho deseo y su origen. Cuando hay un deseo, también se convierte en un hecho que hay "algo" que desea. De este modo, jamás podremos prescindir del "algo" invisible o sin nombre. Estará inalterablemente presente en cada análisis básico de situaciones, movimientos, sustancia o materia. "El deseo primario" es la primera forma de energía por medio de la cual se puede reconocer la presencia o existencia del yo. Por consiguiente, aquí nos encontramos junto al primer y más profundo análisis de la vida. La energía o "sustancia" del "deseo primario" es el material, o la materia, a través del que toda la revelación o manifestación visible de la vida y la existencia se pierde artísticamente a lo lejos en el supremo "algo" eterno (X1) y se hace uno con él. Aquí se encuentra el límite de todo lo visible, de toda creación. Aquí estamos cara a cara con el propio "creador". "El deseo primario" es el último velo entre el investigador y el origen de la vida, cuando este investigador desde fuera de la materia busca hacia dentro, hacia un esclarecimiento de la vida, y el primer velo, cuando desde dentro de este origen busca hacia afuera, hacia la materia. "El deseo primario" es su más íntimo ser. Es la madre de todos sus climas de pensamientos, de toda la vida de su conciencia, mientras el yo es el padre de su ser cotidiano. Toda su conducta, sus pensamientos, voluntad y talento son hijos de este "matrimonio cósmico" entre el yo y "el deseo primario". Estas dos realidades aparecen, de este modo, fundidas armónicamente constituyendo únicamente una cosa con dos análisis, una unidad compuesta de dos principios. Esta unidad constituye el verdadero análisis del yo. Por medio del "deseo primario" el yo está enraizado en la materia y aquél en el yo. Por consiguiente no existirá ningún yo que no esté en la materia o no esté fundido con ella, y ninguna materia en la que no se encuentre este "algo divino".


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