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La creación de un encarcelamiento de las explosiones. El ser vivo puede ser tanto señor de las explosiones como su esclavo  523. Como todas las cosas creadas constituyen "obstáculos para las explosiones", "la creación" se convierte, por consiguiente, en un "encarcelamiento de explosiones". Como "creación" es, a su vez, "manifestación de voluntad", "la voluntad" es lo que, de este modo, "encarcela" "la explosión". Pero como "la voluntad" es una facultad de la conciencia del ser vivo, es el ser mismo quien es el señor de "las explosiones". "La voluntad", que claro está es la expresión del deseo, es así pues, de alguna manera, "la cárcel de las explosiones". Una "explosión controlada" constituye, por lo tanto, una combinación de energías encarceladas o sujetadas por "la voluntad", del mismo modo que una "explosión libre" es una combinación de energías que la voluntad no es lo suficientemente fuerte para mantener unidas, o también puede ser una combinación de energías que el origen de la voluntad "pone en libertad".
      Una "explosión" puede, por consiguiente, tanto ser "voluntaria" como "forzada", lo cual quiere decir que el ser vivo puede ser su "señor" o su "esclavo" respectivamente. Mientras al primer estado se le puede calificar como de estado ordinario de la vida o existencia y, por lo tanto, es el más armonioso y feliz, del segundo se puede decir que es "desarmonía" y "desdicha". En la experimentación de la vida, nunca puede presentarse una situación justa allí donde "el señor de la vida" se ha convertido en esclavo de "la sustancia". De que esto es precisamente así nos convence hasta la profusión el océano de sufrimientos, penas y preocupaciones, guerras y mutilaciones de la actual vida física. Todo esto expresa las situaciones en que el señor de la vida (el ser vivo) es esclavo de la sustancia.
      Pero "el estado de esclavo" engendra "anhelo" de sacudir el yugo. "El anhelo" aporta nuevas energías por medio de las cuales "las explosiones" pueden estar bajo el control de "la voluntad", y el ser puede, de este modo, tener de nuevo la facultad de afirmar su estado normal o identidad como "señor de la vida".


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