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En el reino animal "el egoísmo" es la mayor virtud y puede expresarse con el lema: "Que cada cual piense en sí mismo"  520. Que "el egoísmo" colisiona actualmente con la moral del hombre terreno, dejando de ser para él la virtud celestial que es para el ser físico puramente animal y material sólo se debe, claro está, a que la saciedad de este ser de los fenómenos físicos basados en "el egoísmo" se manifiesta en mayor o menor grado. Con esta saciedad surge precisamente un anhelo de nuevos objetivos o cosas que puedan dar lugar a una saciedad del contraste de las cosas de las que el ser está saciado. Por consiguiente, estas cosas nuevas, para ser satisfactorias, no tienen que ser un resultado del egoísmo sino un resultado de su contrario.
      En "el reino animal" "el egoísmo" es, de este modo, la mayor "virtud" y puede expresarse con el lema: "Que cada cual piense en sí mismo". Uno deja de ser un "animal" perfecto en el mismo grado en que se desvía de este lema. Y en el mismo grado comienzan las desgracias humanas terrenas, las penas y las preocupaciones.
      Los animales también padecen, ciertamente, grandes sufrimientos, pero a estos sufrimientos no se une ninguna forma de molestia mental de envergadura o tormentos de conciencia. Los sufrimientos de estos seres se limitan en su mayor parte a sufrimientos de tipo puramente corporal, mientras que los del hombre terreno, al contrario, no sólo pueden ser muy grandes desde el punto de vista puramente corporal, sino que ante todo se presentan como una gran perturbación mental.
      En la esfera de conciencia animal y en la primera esfera de conciencia humana terrena, todos los climas de pensamientos provienen del "egoísmo" o "interés propio".


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