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Tenemos mucho que agradecerle al "egoísmo"  519. Para el incipiente ser físico "el egoísmo" es una función vital absolutamente imprescindible. Por medio de este tipo de pensamiento o este principio mental el ser crea su facultad de manifestación física. Sin este método de pensamiento nunca habría llegado a estar en condiciones de abandonar su manifestación celestial, jamás habría podido convertirse en un ser físico. Y nosotros no habríamos visto jamás la revelación divina manifestarse en la inmensa variedad de naturalezas físicas de seres, en especies de plantas, especies de animales, seres humanos terrenos y todas las otras cosas que vemos con nuestros ojos físicos. Ante nuestra mirada nunca habrían surgido bosques físicos, densas selvas con su mundo inmenso de animales, plantas y colores, e incluso jamás habríamos conocido ninguna de las realidades físicas que ahora conocemos y apreciamos, y que son directamente una condición vital para el hombre terreno. Sin "egoísmo" no habría ninguna forma en absoluto de instinto de apareamiento, ningún enamoramiento, amor físico ni matrimonio. Todas las formas de alegría que el hombre terreno ha experimentado en forma de fiestas de boda, formas comunes de diversión, representaciones de teatro, cine, en resumen, todo lo que tiene importancia en este estado de conciencia humano terreno y animal se apoya en el principio mental del "egoísmo", lo mismo que todo lo que se define como guerra, militarismo, naciones y fronteras de países, negocios, grandes almacenes, profesiones, sindicatos y otras asociaciones y agrupaciones, etc., todos los fenómenos de este tipo tienen "el egoísmo" como fundamento. "El egoísmo" es la atmósfera regia de la zona de conciencia del "reino animal" y de una gran parte de la humanidad terrena. Sin "egoísmo" no habría ningún ser predominantemente físico, ninguna perfección física, ninguna máquina, ninguna fábrica, ningún teléfono o telégrafo, ningún ferrocarril, automóvil, avión, radio, ni ninguno de todos los bienes técnicos tan perfectos de que poco a poco la humanidad terrena ha sido dotada y que, en gran medida, todavía se encuentran en las garras del egoísmo. Estos magníficos descubrimientos o maravillas técnicas son nada menos que los frutos maduros del vasto árbol mental del "egoísmo" o "interés propio", aún cuando están determinados a convertirse con el tiempo en propiedad de todo el mundo. El soberbio palacete del rico, su lujo suntuoso, sus muchos automóviles y su gran número de criados, su tesoro de obras de arte, sus joyas, dinero y exorbitante guardarropa también deben, en gran parte, su existencia u origen al "egoísmo" o a un "instinto de conservación" desmesurado.
      El hecho de que esto se nombre aquí no es para reprochar o criticar, al contrario. Estos fenómenos que hemos nombrado también han tenido una importancia muy relevante en la gran economía cotidiana del mundo. Han sido un modelo para las ganas o deseos del hombre de una cultura o un perfeccionamiento de su existencia física. Han contribuido a hacer salir a las masas de las reminiscencias de la existencia en las cavernas. En todo hogar corriente bien cuidado se pueden ver, por regla general y de manera clara, las huellas del estilo palaciego. Los pequeños jardines son a veces parques en miniatura. Las pequeñas salas de estar pueden tener en su interior en algunas ocasiones algo de la atmósfera de los palacios. Así pues, tenemos mucho que agradecerle al "egoísmo".


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