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El hombre terreno tiene las ruidosas fuerzas y el sosegado sol de la naturaleza manifestándose en su propia sangre, en su propio ser, y su lógica comenzando a estar presente en su cerebro y su conciencia  509. Para conocer los climas de pensamientos de un hombre terreno tenemos que sumergirnos en la conciencia o vida psíquica o anímica de tal ser. Y vemos que de por sí constituye todo un mundo que, sin embargo, por lo que respecta a naturaleza y movimientos no diverge de una manera especial del mundo exterior del que venimos. De esta manera, presenciamos aquí de forma metafórica tormentas, ciclones, terremotos y eclipses de sol enormes. Experimentamos sequía, aguaceros, oasis, desiertos, hambre, abundancia, gula. Experimentamos guerra, mutilación, sufrimiento y persecución. Y experimentamos sol y tiempo veraniego, paz e idilio... Vemos que la esencia del hombre terreno común es un reflejo del mundo exterior o zona en que vive. Tiene tanto toda su energía salvaje, toda su guerra y naturaleza animal como sus incipientes tendencias humanas en su sangre, en sus venas. Comienza a adquirir su lógica y sabiduría en su cerebro, en su pensamiento y actuación. Un día el hombre acabado aparece hermoso, resplandeciente y luminoso con resplandor divino encima de las cenizas de su naturaleza animal consumidas por el fuego.


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