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El hombre terreno malentiende el lenguaje de la vida o de la Divinidad, y su zona de existencia se convierte por ello en la más oscura de la espiral  490. Que esta correspondencia con la Providencia no es perfecta en el estadio humano terreno actual es lo que los seres "nacidos cósmicamente", es decir, los seres con la experiencia del "gran nacimiento" tras sí, pueden ver diariamente como un hecho, dado que ellos comprenden "el lenguaje" divino dirigido a los seres humanos terrenos. Y por la respuesta de estos últimos seres a la Providencia los primeros se hacen una idea muy fundamental de cómo éstos malentienden la manera amorosa con que el Padre divino se dirige a ellos. Ven cómo la manera en que dichos seres experimentan "el lenguaje" divino, que en realidad es amor culminante y, por consiguiente, al mismo tiempo la culminación del más alto intelectualismo, es decir, un despliegue de conciencia en que se acentúa de manera armónica el sentimiento y la inteligencia, no se experimenta como el lenguaje de un ser, sino como un juego de fuerzas ciegas de la naturaleza, como algo carente de individuo, a veces como un despliegue de una fuerza demoníaca totalmente destructora contra la que luchan aterrados o de la que huyen. Y allí donde, finalmente, están en condiciones de ver individuos tras el despliegue de las fuerzas, es decir, allí donde se muestran como manifestaciones de animales y seres humanos, tampoco ven naturalmente detrás de todo al Padre eterno y universal. Y el malentendido con respecto al amor divino también culmina aquí, y la zona de existencia de estos seres se convierte en la más oscura de la espiral. Los seres de esta zona también viven, debido a ello, en un malentendido constante de la vida, la existencia y el Padre eterno. En los lugares en que encuentran el amor cósmico malentienden frecuentemente la situación de una manera tan atroz que descuartizan y despellejan la mano que acaricia, mutilan, deshonran y asesinan a menudo a los seres que, de una manera especial, eran parte del rostro luminoso del Padre, y así mismo torturan frecuentemente a todos aquellos seres que son los únicos por medio de los que el Padre puede ayudarlos.
      Como todo y todos son instrumentos de la mentalidad o manifestación del Padre divino, cada acto cometido contra todo y todos se convierte en lo mismo que actos cometidos contra la Divinidad. Así pues dichos seres, en su malentendido o ignorancia, cometen directamente actos de tortura, asesinato y procesos de mutilación contra la conciencia divina en la que viven se mueven y son.
      Que tales microseres sólo puedan vivir en una atmósfera de campos de batalla, dolor y sufrimiento es, por supuesto, algo natural. Y que, así mismo, no pueden de ninguna manera alejarse de una zona así mientras la mantienen en vida a su alrededor también es, por supuesto, algo natural. No se puede exterminar una cosa multiplicándola.


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