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Todas las agrupaciones que forman una asociación crean, en principio, una manifestación de fuerza igual a la que se manifiesta en cada forma de sustancia  478. Lo arriba mencionado, ¿quiere entonces decir que toda sustancia, tal como una pieza de ropa, un pedazo de oro o un trozo de otros tipos de metal, un vaso de agua, una cantidad de mantequilla, etc. es, en principio, lo mismo que un movimiento político o religioso, que una asociación laboral o comercial? Sí, sin lugar a dudas. En su principio básico no hay ninguna diferencia en absoluto. Cada una de estas asociaciones humanas constituye, hacia el exterior, una concentración particular de fuerza, es decir, una facultad particular de reacción que contribuye a cambiar o transformar las fuerzas o materias que la rodean. Exactamente lo mismo sucede con cualquiera de "las sustancias" comúnmente denominadas cosas. Una cantidad de mantequilla, ¿no contiene acaso en sí una concentración de fuerza, es decir, la capacidad de desencadenar una reacción con respecto a las fuerzas o materias que la rodean? Puede echarse a perder y apestar el aire a su alrededor, pero también puede, como alimento, ser una bendición para los organismos. Si no tuviera esta facultad no podría ser un alimento.
      Si tomamos un trozo de metal, representa exteriormente una fuerza muy sólidamente ensamblada. Para contrarrestar una unidad de fuerza, como la que constituye el metal, son necesarios fuertes martillazos o un calentamiento muy fuerte. Pero incluso sin una acción tan fuerte sobre él, también reaccionará con respecto a la influencia de la naturaleza que lo rodea. A esta influencia la conocemos con el nombre de "la acción del tiempo". Todos los metales, incluso las piedras preciosas más duras, los diamantes y otras piedras preciosas parecidas, tienen finalmente que ceder, descomponerse y desaparecer. Que una descomposición así puede durar muchos cientos de años o muchos miles de años no cambia el hecho de que son una unidad de fuerza. Todas las sustancias desencadenan movimiento y se revelan como idénticas a una manifestación de fuerza.
      Todo lo que existe y que estamos en condiciones de ver, ya sea mar o tierra, campos o bosques, seres vivos o cosas muertas, constituye, así pues, en realidad la misma cosa, a saber, un océano de sustancias altamente diferentes.


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