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La visión primitiva que el hombre terreno tiene del universo, y el materialismo como las consecuencias de esta visión  470. Pero el hombre terreno común no ve la existencia de una manera tan luminosa. Todavía no puede abarcarla de una manera puramente física. Sólo ve lo físico puramente exterior de sí mismo y de lo que lo rodea y, así, sólo se forma una idea muy incompleta, tanto de su propia naturaleza absoluta como de la naturaleza absoluta de lo que lo rodea. No ve la identidad común o parentesco de las cosas. Considera todas las fuerzas que están más allá de su propio mundo o del de los animales como "fuerzas muertas de la naturaleza". Todo este inmenso universo con sus gigantescos centros de fuerza, sus soles y metrópolis de estrellas, sus planetas y otros cuerpos celestes es, por consiguiente, para él movimientos sin vida frente a los cuales sólo se encuentran las fuerzas vegetales y animales como expresión aceptada de vida. En verdad, una extraordinaria adoración de la muerte en vez de la vida. Esta multitud de millones y millones de planetas y cuerpos celestes, soles y metrópolis de estrellas, estos gigantes que brillan y centellean a lo largo de millones y millones de años, ¿tienen solamente como testigos oculares al pequeño grupo de seres que llamamos "hombre terreno"? Qué significan 2.000 millones de almas cuando juntas no son más que una manifestación de vida que puede estar en un planeta, que en este inmenso océano de fuerzas desaparece como un microbio invisible. ¿Puede ser lógico que el señor del universo, es decir, toda la vida del universo sólo navegue en esta revelación gigantesca en una motita de polvo? ¿no es una especie de delirio de grandeza que los habitantes de "la motita de polvo" crean ser los únicos seres vivos del universo o cosmos?
      Pero esta concepción es comprensible y puede disculparse cuando se sabe que la zona latente de "la conciencia cósmica" tiene su dominio en la zona mental de la humanidad terrena. El hecho de que en este dominio se esté lo más alejado posible de un contacto y de una relación de tipo sensorial con las fuerzas supremas tiene necesariamente que hacer que las facultades y disposiciones cósmicas del individuo entren en un estado de descanso. Que el ser en este estado tiene que ser en sumo grado irreligioso o materialista y encontrarse en la zona de invierno o zona nocturna de la espiral y, desde un punto de vista cósmico, ser primitivo o no intelectual, es naturalmente algo que se da por descontado.
      Pero con la misma seguridad que el germen de toda vida vegetal comienza a desplegarse en primavera, así también todos los gérmenes o disposiciones para la vida y la conciencia cósmica del individuo comenzarán de manera inalterable a germinar de nuevo tras el estado invernal o materialista en que se encuentran en la espiral.


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