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Por qué la incitación a manifestar las disposiciones oscuras es mayor que la incitación a manifestar las disposiciones luminosas o humanitarismo. ¿Es el ser él mismo cuando se encuentra en un estado de arrebato de cólera o de rabia?  458. Esta existencia con un ideal tan grande es la gran meta futura de la redención del mundo o de las religiones humanas. Pero, como hemos indicado anteriormente, en el hombre terreno común estas fuerzas humanas o disposiciones para la simpatía todavía se encuentran en su más tierno e incipiente comienzo, mientras las brutales fuerzas de muerte y destrucción son, en cambio, en este ser una conciencia habitual de millones de años. Por consiguiente, las fuerzas humanas o de simpatía del ser sólo son más bien "conocimiento-A", es decir, conocimiento teórico o consciente diurnamente, que en la práctica todavía se basa en un despliegue de voluntad puramente consciente diurnamente. Su transformación en función habitual, independiente o "conocimiento-C", que se desencadena automáticamente en situaciones dadas, tal como sucede con las disposiciones oscuras, la rabia o la cólera, todavía no está demasiado avanzada. Debido a esto, las fuerzas luminosas todavía tienen que existir en gran medida como una función del cerebro o función de la voluntad puramente consciente de manera diurna, y así pues, consideradas como disposición natural, todavía son muy incompletas. Por esto, hay una diferencia muy grande entre la incitación al despliegue de las fuerzas animales u oscuras y la incitación al despliegue de las tendencias verdaderamente humanitarias o humanas o disposiciones a la simpatía. En el primer caso, las fuerzas se desencadenan automáticamente en las situaciones determinadas y en el peor de los casos dan, por ejemplo, lugar a arrebatos de cólera o de rabia, a una paralización total de las fuerzas intelectuales o humanas del ser. Si no fuera así, en el mundo no habría nada llamado "arrepentimiento" o "remordimiento". Todo hombre se arrepiente, generalmente, del comportamiento incontrolado que se manifiesta en su arrebato de cólera y de los efectos que esto tiene. Y de un ser así se dice que en este estado "estaba fuera de sí". Pero esta opinión no es verdadera. El ser no estaba fuera de sí, sino que simplemente actuó durante un momento con su función cien por cien animal, fruto del hábito de millones de años, es decir, un estado en el que ha sido "él mismo" a lo largo de inmensos periodos de tiempo.
      El hecho de que sus semejantes digan que "estaba fuera de sí" sólo se debe a la circunstancia de que este estado animal no es permanente en el ser, sino que también tiene un modo de actuar del que la inteligencia es consciente, un modo de actuar con conciencia diurna y sobre el que se tiene dominio; en este estado sus semejantes consideran que el ser "es él mismo".


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