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El animal sólo enfoca su conciencia hacia el mundo exterior y, debido a esto, no se conoce a sí mismo. Con el descubrimiento de su propio "ente" se convierte en hombre terreno  449. El animal corriente no tiene, así pues, ningún conocimiento de su propio ser. Sólo experimenta el mundo exterior. Sólo ve lo que concierne al instinto de conservación. Sólo se concentra en su alimento, su pareja y sus crías. Pero todos estos fenómenos son algo que tiene lugar fuera del ser. Y, así pues, sólo tiene la facultad de reconocer o descubrir la existencia de lo que tiene lugar fuera de él.
      Naturalmente puede sentir dolor, hambre y sed, pero ni siquiera estos fenómenos pueden hacerle pensar sobre su propia identidad como constituyendo un "yo" y un "esto" respectivamente. El animal en su forma más pura no puede jamás experimentar una sensación así. Sólo cuando, a través de un largo periodo evolutivo, empieza a adquirir tendencias humanas, comienza a imponerse lentamente en su conciencia una facultad de reflexionar del tipo que aquí es necesario. Pero entonces ya no sigue siendo un "animal" en su forma más pura, entonces es un incipiente "hombre terreno".
      El hombre terreno incipiente de este tipo hace tiempo que ha desaparecido de la Tierra. Faltan varios eslabones intermedios entre la especie humana actual más primitiva y la especie animal más avanzada. Posteriormente en "Livets Bog" volveremos de nuevo al hecho de por qué faltan estos eslabones intermedios aquí, en la Tierra.
      Que "el animal" no se haya descubierto a sí mismo y, por consiguiente, sólo pueda percibir la existencia de otras cosas se debe exclusivamente a la circunstancia de que estas otras cosas sólo le ocasionan principalmente peligros e inconvenientes. "El animal" ha tenido, por consiguiente, que concentrar todo el tiempo su incipiente inteligencia y facultad de reflexionar en el mundo exterior. Aquí había siempre peligros ante los que había que adoptar una actitud. De él mismo, de su propia identidad o "ente" interior no venía ningún peligro. Toda su conciencia y la creación de su organismo era función automática, era "conocimiento-C" de las esferas intelectuales de una espiral anterior. Todas sus necesidades individuales, tales como comer y beber, procreación o creación de los fenómenos que estimulaban la subsistencia de la especie, las funciones especiales de su organismo, sus utensilios o su acomodación al clima y a las condiciones de vida, etc. eran fenómenos que crecían automáticamente de una función cerebral con conciencia diurna precedente desaparecida hacia mucho tiempo, de un "conocimiento-C" que garantizaba o hacía totalmente posible la manifestación de estas realidades sin ninguna especulación o pensamiento presente. Estos fenómenos se manifiestan totalmente al margen de la actual conciencia diurna del ser. Como, de este modo, hacía, en realidad, tiempo que todos sus deseos y anhelos se habían encarnado en órganos autónomos, ya no eran sostenidos o mantenidos por un pensamiento consciente. Existían en el organismo del animal como condiciones de vida que tenían que satisfacerse. El animal no tenía, por ello, ninguna ocasión de reflexionar sobre nada en absoluto que concerniese a los deseos o anhelos de la naturaleza de su propio ser. Todo esto era función automática o "conocimiento-C". En cambio, poco a poco se convertía cada vez más en una fuente de pensamiento, cuando su naturaleza no consciente y congénita chocaba con el mundo exterior. Aquí había siempre una resistencia que vencer. Y esta resistencia se convirtió, de este modo, en el factor desencadenante del nacimiento de la inteligencia y, posteriormente, del intelectualismo en el ser en la nueva espiral. El mundo exterior fue, así pues, el primer descubrimiento del ser vivo en esta espiral. El descubrimiento de sí mismo, de su propia identidad y ente fueron fenómenos del pensamiento que entraron mucho más tarde en su conciencia. El tigre que caza su presa, y la presa que es cazada por el tigre no tienen ninguna idea de sí mismos. Toda su conciencia se ocupa de fenómenos exteriores. El tigre es un fenómeno exterior para la presa y la presa es un fenómeno exterior para el tigre. El fundamento del encuentro entre estos dos seres o de su relación mutua se debe, por lo tanto, a unas causas que tienen su raíz en las funciones automáticas congénitas y se encuentran totalmente fuera de su actual conciencia diurna. En cambio, lo que en sumo grado va a estar en la conciencia diurna o esfera de pensamientos activadora de la voluntad de estos seres será cómo va a transcurrir este encuentro. Aquí la especulación es, en parte, necesaria para ambos. La presa tiene que desarrollar sus pensamientos y sus facultades de manera que pueda evitar o vencer a su perseguidor, y el tigre desarrolla su manifestación consciente de pensamientos a beneficio de una mayor capacidad de ataque o superioridad. Pero ninguno de estos fenómenos estimula o hace necesaria para estos dos seres ninguna forma de especulación o pensamiento sobre sí mismo o su "yo". Todavía no hay ningún peligro de muerte entrelazado al hecho de no conocerse a sí mismo, mientras que es extraordinariamente peligroso para los seres en los mismos estadios no conocer a otros seres o los fenómenos exteriores. Esta es la causa de que los seres, en un cierto estadio evolutivo de la espiral, aparezcan como seres que sólo tienen su percepción o conciencia enfocada hacia fuera, hacia el mundo exterior, en tanto que todavía no están en absoluto en condiciones de poder dirigir su mirada hacia dentro, hacia su propio mundo interior. Este estadio o segmento de la espiral es el que constituye "el reino animal", y el hombre terreno todavía forma parte de él.


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