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El deseo de los seres de primitivismo eclipsa "la conciencia cósmica". La conciencia del animal en su forma más pura  448. Todo lo que hay en la conciencia de los seres, conocido con el concepto "instinto", es, así pues, en realidad el último resto de "la conciencia cósmica", que tiene su sede en las últimas zonas de la espiral precedente. Con la salida de estos seres del "reino de la bienaventuranza", esta forma de conciencia ha abandonado la conciencia diurna de los seres en cuestión. Debido a que estos seres están muy absorbidos por la energía del éxtasis, que desarrollan en "el reino de la bienaventuranza" por medio de su concentración en el primitivismo y su fuerte deseo de éste, "la conciencia cósmica" está muy eclipsada. Y es por esto que no hay nada en este estadio de los seres que sea lo suficientemente fuerte para poder mantener la mencionada forma de conciencia en los nuevos e incipientes organismos en las primeras zonas de la nueva espiral. Sólo lo que se ha convertido en "conocimiento-C" o función automática fundamental sobrevive a esta marcha de los seres por las primeras zonas de la espiral, y llega como a tener un pequeño renacimiento en la conciencia de los seres en los estadios en que han avanzado tanto que comienzan a tomar la figura de hombre, o con otras palabras, en los estadios en que comienzan a descubrirse a sí mismos separados del entorno. Con este descubrimiento el yo comienza a percibirse a sí mismo como un ser vivo. Antes de este descubrimiento ignoraba, en realidad, su propia existencia. Esta forma de conciencia, en la que todavía falta la admisión del propio ser, constituye la conciencia del "animal" en su forma más pura.


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