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| Los seres vivos tienen que aprender a protegerse de "los climas de pensamientos", del mismo modo que han aprendido a protegerse de los climas físicos |
443. El mundo de pensamientos de los seres vivos está, así pues, lleno de múltiples climas de pensamientos altamente diferentes, del mismo modo que su mundo físico está lleno de climas meteorológicos.
Y de la misma manera que estos últimos climas no están siempre a favor del hombre, es más, en realidad son en gran medida peligrosos, en algunos lugares demasiado fríos, en otros demasiado calurosos, en algunos lugares demasiado húmedos, en otros demasiado secos, en algunos lugares fomentan las calenturas, en otros fomentan los ciclones, las inundaciones y los terremotos, de modo que el hombre ha tenido que oponerles resistencia, los climas de pensamientos tampoco están siempre directamente a favor de los yo.
Igual que el hombre ha tenido que dominar las manifestaciones peligrosas de los climas físicos construyendo casas, creando instalaciones de calefacción, poniéndose ropa, creando instalaciones de riego, construyendo presas, diques y drenajes, creando máquinas de pura fuerza física, creando antídotos contra las enfermedades tropicales, contra las enfermedades corrientes, etc., y así ha sido capaz, como quien dice, de poder poblar toda la Tierra o, como mínimo, de poder moverse por toda ella de un polo a otro, el hombre también tiene que luchar contra los peligrosos climas de pensamientos y aprender a dominarlos si quiere alcanzar una existencia que esté por encima del nivel primitivo de conciencia del animal.
Que los climas de pensamientos en estado no controlado son enormemente peligrosos, y que el hombre, en gran medida, todavía lo ignora completamente, es un hecho inalterable debido al caos mental en que hoy en día se encuentra el hombre terreno con respecto a su régimen de vida. Mientras el hombre ya está muy bien orientado sobre los climas meteorológicos y sabe protegerse de ellos – jamás se ve una expedición polar con ropa apropiada para la zona tropical o una expedición al trópico con ropa de piel – está enormemente desorientado cuando se trata de climas mentales. Aquí el hombre se niega a veces a ponerse ropa y se precipita fuera, al frío, en cueros y se muere de frío, y otras veces lleva abrigo y pieles en "climas tropicales" y jadea sofocado y medio muerto buscando un poco de fresco. Esto quiere decir, por su parte, que el hombre terreno llena, a veces, su conciencia con materias de pensamientos que son puro veneno, que actúan sobre él mortíferamente, mutilándolo o aniquilándolo, es decir, sobre su conciencia, y a partir de ella actúan sobre sus facultades y su conducta tanto físicas como anímicas. Que el hombre terreno no está en contacto con los climas mentales también lo demuestran la gran cantidad de instituciones para subnormales y de hospitales psiquiátricos que hoy en día se crean en todo el mundo. La debilidad mental y las enfermedades psíquicas se deben, en realidad, al uso de una cantidad demasiado grande de materias de pensamiento venenosas, a un control demasiado flojo con el acceso de estas materias a la conciencia y, como consecuencia de ello, a una protección demasiado débil contra ellas. Del mismo modo que, en ciertos lugares del globo terrestre, los climas físicos son directamente demoledores para la existencia humana si, gracias a las experiencias o prudencia del hombre, no se les sale al paso con contramedidas o disposiciones protectoras, los climas de pensamientos también son, en muchos campos, totalmente demoledores o destructores para la conducta natural del hombre si no se les sale al paso con disposiciones protectoras. El hombre terreno ya ha comenzado en un estadio muy temprano a reconocerlo. Esto lo demuestran todas las contramedidas, más o menos correctas, o supuestamente correctas que desde hace mucho tiempo ha comenzado a manifestar y sigue tratando de desarrollar. |
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