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La ciencia moderna y el análisis cósmico de la espiral. Cuándo un análisis es matemático  435. Antes de abandonar este gran análisis cósmico que supone la descripción del presente símbolo o la explicación de las energías básicas de la espiral, vamos a tratar brevemente de este gran análisis básico en relación con la ciencia terrena. Como ya hemos dicho, esta ciencia sólo conoce una tercera parte de la zona de la espiral, ya que las dos otras terceras partes son de una naturaleza que todavía se encuentra fuera de la facultad de percepción humana terrena común. Los detalles de estas dos terceras partes no podemos, por consiguiente, encontrarlos en sus análisis. Como las realidades, que existen dentro del ámbito de la tercera parte conocida del recinto de la vida o de la espiral, existen trabajando conjuntamente, de una manera absolutamente inseparable, con las realidades que existen en las dos terceras partes desconocidas de la espiral, está claro que la propia vida de los seres y sus leyes tiene que ser un misterio todavía no solucionado por la ciencia terrena.
      Si el ciclo de la vida o la estructura de la vida misma fuera, por ejemplo, un árbol, entonces el conocimiento del hombre terreno sólo abarcaría los detalles de sus hojas. Pero las ramas, el tronco y la raíz se encontrarían totalmente fuera de sus conocimientos. Es más, incluso se reirían quizá a carcajadas si llegase un ser y les contase a estos pequeños "seres con hojas" que las hojas recibían alimento y soporte por medio de algo que se llama ramas, y que éstas, a su vez eran ramificaciones de un tronco común, que, por su parte, estaba enraizado en una fuente nutritiva común: la Tierra. Alegarían que una afirmación tal era superstición, que no era científica. Y aún pretenderían que carecía totalmente de base matemática. Todavía no pueden de ninguna manera reconocer o comprender que lo que desde un punto de vista cósmico carece de base matemática, y por lo tanto en grado correspondiente es deficiente, es su propio y tan alabado conocimiento matemático. Todavía no saben que en la existencia ningún análisis en absoluto puede ser matemático al cien por cien mientras su resultado final no muestre su lugar correspondiente e imprescindible al cien por cien en el ciclo de la vida misma. Los pequeños "hombres-hoja" de las hojas del árbol alegaron que su ciencia era "matemática" y estaban satisfechos con este conocimiento. Todas las otras cosas que pudieran surgir tenían que ser superstición o fantasía. Pero como este conocimiento no da ninguna explicación en absoluto del lugar que ocupan las hojas en las ramas, ni del lugar de éstas en el tronco, ni del enraizamiento de éste en la Tierra, ni del ciclo de la Tierra en el espacio celestial, ni de este espacio celestial como conciencia del señor de la vida, del espacio y del tiempo, ni de la identidad de este señor reencontrada en la propia carne y sangre, en el propio yo, en la propia conciencia y voluntad del individuo o del ser vivo, dicho conocimiento carece totalmente de todo lo que puede darle el predicado de "matemático".
      Un análisis sólo puede, así pues, ser matemático cuando sus resultados finales son idénticos a sus resultados primeros en un nuevo ciclo. La matemática que los pequeños "seres-hoja", es decir, que la ciencia moderna enseña sólo es, así pues, en realidad una matemática "local". Sólo pone el acento en un conocimiento acerca de campos materiales corrientes de las materias y los detalles físicos de la vida cotidiana. La enseñanza que imparte la ciencia sobre las leyes del universo no tiene nada que ver con la matemática, mientras no contenga una serie de resultados que subrayen un ciclo total. Toda creación o despliegue de energía que tiene lugar en el universo sólo puede existir como un ciclo. Y el universo o la vida misma también es, por consiguiente, un ciclo. Una imagen del universo que sólo se expresa por medio de medidas y números, de kilos y libras, de longitudes de ondas y velocidades no es ninguna imagen matemática del universo. Estos resultados no pueden en ninguna circunstancia expresar la totalidad. Los resultados más importantes faltan, a saber, los resultados que aparecen como "manifestaciones eternas de vida", o que expresan o demuestran la existencia de un "creador" tras "lo creado".
      A la presunta imagen científica del universo de hoy le falta todo lo que puede ser expresión de la existencia de un verdadero "algo vivo" tras los movimientos, tras la lógica de la naturaleza y la consiguiente maravillosa creación, manifestación o revelación. Esta imagen es igual de imperfecta matemáticamente, es una afirmación igual de ilógica que la que dice que una silla o una mesa se ha creado a sí misma sin un carpintero. Efectivamente, una imagen del universo cuya matemática no exige necesariamente una divinidad, un "algo vivo" tras las formas no es ninguna imagen del universo y todavía menos una ciencia. No tiene nada que ver con la matemática ni con la lógica. Es en sí misma análoga a la superstición de nuestros antepasados de que toda suerte de animalejos, bichos y cosas semejantes surgían simplemente de la suciedad. Un universo con seres que viven, piensan y trabajan no puede de ninguna manera analizarse matemáticamente, mientras estos análisis no representen otra cosa que el peso y los fenómenos exteriores de la materia muerta, y por consiguiente no expresen en ningún campo en absoluto lo propiamente "vivo" y su inmortalidad.
      Para ser matemático, todo análisis tiene por lo tanto que expresar el análisis de todo un ciclo. Y es precisamente el análisis de un ciclo así lo que tenemos por medio del análisis de la espiral. Nuestra descripción del símbolo n.º 9 ha sido un análisis cuya presentación es matemática al cien por cien. No es la imagen de una fracción o de un fragmento de una totalidad, sino la misma totalidad. Hemos visto los puntos de partida de las energías básicas, hemos seguido sus vías totalmente a través de sus zonas de despliegue y hemos visto su terminación, así mismo hemos visto que esta terminación es idéntica a la causa desencadenante de una nueva zona de despliegue y, con ello, hemos visto cuál es el lugar de estas energías básicas en la propia eternidad, con lo cual nuestro análisis no sólo se ha convertido en matemático sino también en idéntico a lo que llamamos "cósmico". Hemos visto la identidad de las energías nombradas constituyendo un mecanismo eterno, es decir, una parte de la propia estructura del universo, que existe y trabaja eternamente. Poder documentar el análisis de una cosa de este modo es matemáticas. Las verdaderas matemáticas son, por consiguiente, lo mismo que un "analizar cósmico". Pero muchas veces en la vida cotidiana, el concepto "matemáticas" es por lo tanto usado superficialmente. Muchos de los análisis que se enseñan con el concepto "matemáticas" no tienen nada en absoluto que ver con "los análisis cósmicos", ya que, en realidad, no tienen ni pies ni cabeza. Esto quiere decir, a su vez, que no se conoce ni el origen de la cosa ni sus repercusiones tras su destrucción física. No aparece, por consiguiente, analizado como mecanismo eterno. No se hace ninguna alusión a su contacto con la existencia eterna de las fuerzas. Y entonces el análisis tiene que venirse al suelo constituyendo simplemente una opinión pasajera. Sólo constituye una opinión temporal. Pero las opiniones temporales jamás, en ningún caso, pueden ser una manifestación de la verdad completa. Sí, en realidad no hay nada en absoluto que sea lo que físicamente parece ser. Ningún análisis temporal puede, por lo tanto, existir como análisis matemático o cósmico justo, particularmente porque en ningún caso en absoluto existe un problema o una cosa que no tenga su causa en algo precedente y que no vaya a actuar o a dejar su huella sobre algo siguiente. Ciertamente, cuanto más se conozca esto que precede o que sigue, más fundamental o verdadero y, por lo tanto, matemático se convierte el análisis de las cosas para finalmente llegar a la identidad real como verdad al cien por cien o manifestación como un "análisis cósmico", o sea, cuando el análisis esclarece tantos campos que el principio y el final de lo analizado se convierte en idéntico, con lo cual el análisis cubre totalmente el ciclo de las energías.


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