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| El estado animal, la sexualidad y el intelectualismo también dejan sentir su efecto en el macrocosmos y en el microcosmos |
434. Pero esta suerte celestial no le cabe solamente al hombre terreno.
El proceso aquí descrito deja sentir su efecto en todas las zonas o esferas de conciencia, tanto del macrocosmos y microcosmos como del mesocosmos (organismos vegetales, animales y humanos).
Tanto si contemplamos sistemas solares y galaxias o sistemas de átomos, vemos que rigen las mismas leyes.
Vemos planetas fríos y oscuros, y vemos soles luminosos y llameantes.
¿Qué quiere decir esto?
¿Acaso no quiere, precisamente, decir que estas masas de energía también tienen distintas manifestaciones en las que, precisamente, vemos centros sexuales e intelectuales?
¿Y cada una de estas manifestaciones no recibe acaso, de este modo, el predicado de "organismo"?
¿Y no son, acaso, análogas a los organismos animales del mesocosmos?
Sólo necesitamos mirar a nuestro propio globo terrestre.
¿Acaso no tiene dentro de sí un calor que tiene su origen en su propio centro o interior incandescente?
Y este calor o energía solar, acaso no suministra precisamente la tensión que, con su dinamismo, es exactamente la que se necesita frente a la energía exterior "del sentimiento" (el frío del universo) para mantener su forma de globo con todas sus funciones orgánicas o ciclos que condicionan la vida y el mantenimiento de sus microindividuos?
¿Y no es un hecho que este globo, a su manera, también es animal?
No se puede ignorar que una gran parte de la materia de su organismo es carne y sangre.
Todos los seres animales son, claro está, algo de su organismo.
Que este planeta frío también expresa intelectualismo tampoco se puede eludir con explicaciones.
El conjunto de su humanidad está formado por seres que, sin embargo, tienen una conciencia diurna bastante avanzada y muestran una inteligencia sobresaliente.
Forman, así pues, un destacado contraste a las fuerzas solares no intelectuales de su interior y se le manifiestan claramente al investigador evolucionado como su "centro intelectual".
De este modo, el globo terrestre es en principio totalmente análogo al hombre terreno o a otro ser animal vivo.
Contiene todos los grandes principios básicos que crean el fundamento para que una cosa se manifieste como "ser vivo" y tenga la identidad de tal.
Como el globo terrestre también es un eslabón de la estructura del Sistema solar, vemos que el Sistema solar cumple así mismo las condiciones necesarias para que, con razón, se le pueda llamar un "ser vivo".
Tiene el centro incandescente que suministra la tensión que, con su dinamismo, es la que se necesita frente a "la energía del sentimiento" del universo o frío para que un organismo o un sistema de fuerzas pueda, en resumidas cuentas, ser mantenido.
Éste es, de este modo, "el centro sexual" del sistema.
Además, aparte del globo terrestre, el Sistema solar todavía contiene otros planetas fríos.
Con el globo terrestre a la cabeza, representan en mayor o menor grado el estado animal del sistema y la condición, que por medio de él existe, para su manifestación e intelectualismo en la esfera física.
Así pues, el Sistema solar también tiene en sus planetas fríos un incipiente "centro intelectual".
Si miramos hacia abajo, en el microcosmos, impera el mismo principio. El investigador cósmico avanzado también verá que aquí dominan las leyes que rigen el organismo. Aquí también hay la lucha para alcanzar un equilibrio entre los centros sexuales e intelectuales de los sistemas. Aquí también "se cierne sobre las aguas el Espíritu de Dios". Aquí los impulsos que dominan toda la vida, la sexualidad y el intelectualismo, también dominarán la existencia mostrándose como la organización eterna de fuerza por medio de la cual Dios hace a todos los hijos de Dios idénticos a su propia "imagen y semejanza" que todo lo abarca. |
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