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El fuego puramente material está presente en los organismos de los seres vivos  423. Pero la energía del sol o el fuego también puede notarse en nuestro interior de otra manera, a saber, en virtud del calor puramente físico. Que este calor no pueda convertirse aquí en fuego luminoso se debe a nuestra avanzada evolución animal en la que la tercera gran energía básica, "el sentimiento" (el frío del universo), comienza, claro está, a no ceder ante el fuego físico y, debido a ello, la evolución animal y la manifestación intelectual, consciente, diurna, despierta en la zona física vinculada con esto se hace, precisamente, posible.
      El calor físico de los organismos de los seres vivos convierte en un hecho que el fuego está presente en estos organismos, aunque aquí solo aparece con una forma muy inmovilizada. Este calor es análogo al calor propio o estado interior incandescente del globo terrestre mismo. Del mismo modo que el estado incandescente solar o de fuego del globo terrestre está agonizando, el estado de calor de los cuerpos carnales de los seres animales más adelantados también está de vuelta. En principio estos seres también son, en realidad, "soles agonizantes".
      Mientras es relativamente fácil comprender que la Tierra, antes de su actual manifestación enfriada ha tenido un pasado en un estado de fuego incandescente y echando llamas, es mucho más difícil para el lector comprender que su actual vida física tiene tras sí un pasado periodo en un estado de fuego parecido. Esto es muy obvio porque el hombre terreno no recuerda nada en absoluto del primer periodo inicial de su actual organismo físico. El horizonte de sus recuerdos de esta encarnación sólo comienza a contener detalles varios años después de su nacimiento físico. Todo el proceso de transición del reino de la bienaventuranza a su nacimiento físico transcurre, claro está, como una función automática y tiene lugar, por consiguiente, bastante al margen de la conciencia diurna del ser. Lo que sucede en este periodo de la creación de su cuerpo u organismo está, por lo tanto, fuera del control consciente del ser en cuestión.


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