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Los seres del "reino de la bienaventuranza" son los que hacen que los soles brillen en el universo. Todos los fenómenos físicos son rayos de sol transformados  414. Todo lo que conocemos como fuego y calor es, por consiguiente, idéntico a la reacción del anhelo o deseo de una existencia física de "los seres bienaventurados", que por medio de su subconciencia se ha transformado en función automática. Por todas partes donde hay calor o fuego éste es, así pues, idéntico a "energía de éxtasis" o de "bienaventuranza" que ha cambiado de lugar. El fuego es, de este modo, la primera consecuencia visible en la zona física de la existencia de mundos celestiales. Es un mensaje real de un estado sobrenatural previo del ser. Así pues, son los seres del "reino de la bienaventuranza" los que hacen que los soles brillen en el universo. Tan divinamente sabias y amorosas son las leyes y los principios del universo que toda la luz del sol, y, con ello, todo el calor del sol que se encuentra en los astros físicos, de por sí fríos y oscuros, es, en sentido absoluto, la obra de seres vivos, es la manifestación de vida de seres celestiales, es un reflejo de voluntades, deseos y anhelos sobrenaturales convertidos en función automática física. Por encima de nuestras cabezas brilla, luce y calienta la mentalidad sobrenatural de un mundo celestial en forma de sol físico. Así de genial y amorosa es, por lo tanto, nuestra relación con los seres celestiales que su mentalidad transformada ilumina nuestros pasos, crea nuestro alimento, recubre de oro nuestra apariencia y reanima nuestro interior. Es el calor de nuestra sangre y el brillo de nuestros ojos. Verdaderamente tenemos mucho que agradecer a la colaboración con los seres celestiales. ¿Qué se opina, por ejemplo, sobre las materias sólidas que se encuentran bajo nuestros pies? ¿No está escrito que hay que "construir su casa sobre una roca"? Pero, ¿cómo podría existir esta roca si, tal como veremos más tarde, no fuera resplandor solar transformado? ¿No sucede, acaso, lo mismo con el esqueleto de nuestro propio cuerpo físico? La luz solar transformada, ¿no constituye, acaso, el fundamento de toda nuestra facultad de movernos físicamente, de nuestra posición y postura vertical? Toda nuestra Tierra física ¿no fue acaso una vez un océano llameante y centelleante de luz solar? Por consiguiente, el oro, la plata, las piedras preciosas, los cristales, etc. ¿son, quizá otra cosa que luz solar transformada? ¿Y no es, precisamente, la facultad permanente de estas cosas de reflejar la luz, su facultad de brillar y centellear lo que hace que sean estimadas como materiales para la creación de "joyas"? Y los seres humanos ¿no van, precisamente, con joyas como sustitución o sucedáneo de la facultad de brillar o centellear que han perdido con su manifestación animal? Es posible que el hombre sin conciencia cósmica no conozca la profunda verdad que se esconde tras esto. Pero, sin embargo, es evidente para todos que sólo se usan joyas para "ser más hermoso o hermosa". Pero ser más hermoso o hermosa que éste o aquél es lo mismo que eclipsar a éste o a aquél. ¿Y no es precisamente esto una cualidad del sol? Así pues, en realidad, lo que los seres desean inconscientemente es sustituir por medio de las joyas las facultades del Sol, es decir, su propio resplandor celestial que han perdido.
      La colaboración que tiene lugar entre los seres físicos y "los seres bienaventurados" es, por consiguiente, inmensa. Esta colaboración va desde la clara luz del sol condicionadora de vida hasta las sustancias físicas sólidas más condensadas. Bajo nuestros pies y por encima de nuestras cabezas, en el interior y el exterior de nuestros cuerpos, en nuestra ropa y nuestro calzado, en nuestras casas y muebles, en nuestros medios de transporte, nuestras máquinas y nuestros instrumentos, sí, incluso en las armas mortíferas y en las sustancias venenosas brilla y centellea el antiguo resplandor solar, brillan los anhelos y deseos físicos de los seres celestiales convertidos en función automática. Pero, cuando se presentan como conciencia, mentalidad viva o manifestación de vida son desconocidos por los seres terrenos.


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