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El creciente deseo de oscuridad del "ser bienaventurado"  408. "El ser bienaventurado" avanzado no tiene, como ya hemos dicho, ninguna función consciente hacia fuera en "el mundo exterior". Sólo se concentra en sus experiencias primitivas pasadas, que aquí revive en forma de "copias de oro". Como hemos mencionado, estas experiencias renovadas le proporcionan al "ser bienaventurado" un placer extraordinario debido a que, precisamente, constituyen un contraste muy dominante con respecto al alto intelectualismo y libertad de que el ser se ha saciado en muy alto grado a su paso por "el mundo divino".
      Que esta saciedad ha sido efectiva se muestra a través del hecho de que el cambio que ha sufrido la orientación de la conciencia del ser más bien se puede considerar como un deseo vehemente, por el momento insaciable, de oscuridad y primitivismo, un deseo vehemente de una existencia con formas corporales sólidas y compactas, un deseo vehemente de poder satisfacer su hambre con la carne y la sangre de sus semejantes, un deseo vehemente de poder revolcarse en el odio, el asesinato y la mutilación, es decir, anhelos que representan la fuerza motriz del panorama de "la irradiación oscura" que sólo alcanza su verdadera culminación o despliegue de genialidad muy posteriormente en los estadios de la espiral en que actualmente se encuentra el hombre terreno.
      Que estas drásticas tendencias o anhelos mortíferos no pueden presentarse en "el ser bienaventurado" de una manera excesivamente fuerte en "el reino de la bienaventuranza" se da por supuesto. Este reino está demasiado ligado al "mundo divino" o esfera propia de Dios para ello, así mismo, la especial combinación de las propias energías básicas en esta parte de la espiral es, por sí misma, un impedimento demasiado grande para que se dé una forma de existencia tan primitiva. En "el reino de la bienaventuranza" este anhelo sólo está, por consiguiente, en su primera e incipiente fase. Pero a medida que "el ser bienaventurado" se va abismando cada vez más en los detalles de sus cientos y cientos de años pasados, se desarrolla el anhelo de poder practicar sus actos y sus maneras de vivir pasadas de una manera real con nuevas formas o variaciones. Pero esto no es posible en "el mundo interior" del "reino de la bienaventuranza". Aquí sólo pueden tener lugar repeticiones de cosas que ya han pasado. Por consiguiente, este mundo se convierte gradualmente en demasiado estrecho para el creciente anhelo del ser de practicar "nuevas creaciones". Y en virtud de este anhelo el ser rompe poco a poco el marco del "reino de la bienaventuranza" en su conciencia. Y las fuerzas de las facultades que se hallaban guardadas en su elemento de destino, en forma de núcleos de talentos o "semilla", comienzan a brotar. Como estas fuerzas constituyen la conciencia habitual de la existencia anterior del ser en "el mundo exterior", se manifestarán así mismo aquí como funciones de conciencia independientes en materias que, en "el reino de la bienaventuranza", se encuentran fuera de su conciencia diurna.
      Como su anhelo, que claro está constituye el factor desencadenante de estas funciones, debido a la mencionada saciedad no se orienta hacia la dirección que lleva la existencia en los mundos superiores de la espiral, lo que se despierta son los núcleos de talentos o las fuerzas de las facultades de manifestación en las zonas no intelectuales de la espiral. Naturalmente, estas fuerzas todavía sólo representan facultades de manifestarse en materias cuyos límites se encuentran muy cercanos a los mundos superiores de la espiral. Por consiguiente, todavía no se trata de ninguna manifestación física. La función del individuo en "el mundo exterior" del "reino de la bienaventuranza" todavía es de tipo espiritual.


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