Lee y busca en El Tercer Testamento
   Apdo.:  
(289-638) 
 
Búsqueda avanzada
Véase el símbolo nº 9 en nueva ventana    

 

"El ser bienaventurado" ve sus vidas precedentes con vicios y excesos y sus efectos sobre vidas posteriores. Ve su vida sexual a través de los tiempos y, con ello, su transformación de "animal" en "hombre", y los contratiempos de esta transformación. "Sexualidad animal" y "sexualidad humana", "la caída del primer hombre" o cómo la masa ha malentendido la evolución de los polos en la conciencia del ser.  402. Un factor muy importante en la experimentación que hace "el ser bienaventurado" de "las copias de oro" es el revivir su vida sexual a través de todas las épocas de la espiral. Se ve a sí mismo revolcarse en la embriaguez del amor y en el deseo de lucha como el ciervo libre en el bosque o como un Don Juan con las formas de vida sexual animal posteriormente más en declive o degeneradas. Es más, también se ve a sí mismo revivir periodos como un "apóstol de la virtud" con ascesis y con renunciación tanto de placeres legales como improcedentes, cumpliendo estrictamente conceptos morales que más bien se apoyaban en fenómenos y tradiciones inflexibles y egoístas que en un conocimiento verdadero, intelectual y beneficioso para todos. En "las copias de oro" también ve cómo esta existencia "virtuosa" imperfecta, basada en la ignorancia total y en la superstición, arrojaba su sombra sobre sus vidas sucesivas. Aquí los núcleos de talentos también se han vuelto defectuosos, y el individuo no está en condiciones de crearse en estas vidas sucesivas el instinto sexual normal necesario, sano y beneficioso propio de su estadio. Perversidades, es decir, deseos sexuales enfermizos o anormales y su satisfacción hasta convertirse en un hábito de la conciencia, han creado, así mismo, unas vidas posteriores con desequilibrio psíquico y físico. Y el hecho de que la causa más profunda de esta degeneración sexual se encontraba en el enraizamiento de la transformación del ser de "animal" en "hombre", y de que, por consiguiente, también tenía que experimentar su instinto sexual en contacto con ello, no mejoraba el asunto. De este modo, apareció un nuevo instinto sexual. Aquí, en "Livets Bog", le hemos dado el nombre "sexualidad humana", mientras que a la vieja sexualidad matrimonial la hemos llamado en el mismo libro "sexualidad animal", debido a que forma al cien por cien parte de "las tradiciones de los mamíferos".
      Como estas dos formas de instinto sexual son totalmente contrarias, ya que "la sexualidad animal" es el fundamento del egoísmo y, con ello, del "principio mortífero", mientras que "la sexualidad humana" es el fundamento de la facultad de "amar a su prójimo como a sí mismo", se da por supuesto que una transformación así en la parte superior del reino animal, es decir, en la zona del hombre terreno, tiene que crear contratiempos. El nacimiento de una cosa tan grande como ésta, que constituye el fundamento de la perfecta transformación del individuo en "la imagen y semejanza de Dios", convirtiéndose así en un ser que con un amor hacia todo y todos en su punto culminante, o "siendo uno con el Padre, se experimenta a sí mismo como un "señor", eterno o inmortal, "del espacio y el tiempo", no puede tener lugar en silencio. El reino animal no suelta voluntariamente a sus seres. Leyes y tradiciones, prácticas y costumbres, ignorancia y superstición, basadas en las tradiciones animales absolutamente mortíferas, pero protegidas por el sistema jurídico y bendecidas por el clero, todavía protegen y estimulan el derecho de la propiedad sexual sobre otros seres. El conjunto de estas realidades constituye, por consiguiente, una muralla o barrera que la transformación sexual del individuo necesariamente tiene que ir encaminada a derribar. Pero, de este modo, el ser se convierte en "pecador", se transforma en un paria de la sociedad mal visto por aquellos de sus semejantes que son "ortodoxos". Y aquí tenemos toda la historia de "la caída del primer hombre" en su forma más pura (véase también el capítulo 53 de mi libro "Lógica"). ¿Pero por qué tenía que comprender el rebaño o la manada a los individuos concretos que comienzan a dejar atrás las leyes y sistemas sostenidos y aprobados por unos hábitos de la conciencia animales milenarios? Los seres, cuyo polo contrario es un aspecto no consciente, y, por consiguiente, una parte todavía no sospechada de su propia naturaleza, ¿cómo van a poder comprender esta nueva tendencia en seres semejantes de su propio sexo? Los seres que jamás han visto otra cosa que este polo personificado hasta la perfección en un sexo contrario, y que han aprendido a ver esta personificación como un fundamento totalmente imprescindible para su propia felicidad, ¿cómo podrían comprender el tímido o incipiente comienzo de esta personificación en los seres de su propio sexo? ¿Cómo van a comprender el ciervo y la cierva del bosque otra naturaleza que precisamente la que a cada uno de ellos les da la posibilidad de satisfacer sus mutuos anhelos o sed de vivir? ¿Cómo va el hombre terreno a poder comprender más fácilmente la incipiente alba del nuevo reino, mientras su sed fundamental de vivir y la extinción de ésta todavía se basa exclusivamente en el mismo principio sexual que el del ciervo y la cierva, o en el del animal "macho" y "hembra"? ¿Cómo van a poder dos jóvenes recién prometidos, que con una sed de vivir casi insaciable están ahora junto a la fuente de su vida y van a apagar esta sed, comprender los análisis presentes? ¿No les parecerán tan insensatos o fútiles como a un viajero sediento por el desierto le parecen fantásticas las objeciones contra el hecho de beber? Naturalmente, al entrar en contacto con el sexo opuesto, presentándose con la naturaleza de su propio ser, sólo están en condiciones de considerarlo como una tendencia socavadora de su suprema felicidad y de las tradiciones animales de uso común de la manada y del fundamento que la sostiene: el estado de apareamiento y de procreación del mamífero. Y, por ello, estos seres se ven, naturalmente, obligados a defenderse contra esta incipiente destrucción de las tradiciones que les proporcionan felicidad y considerar las nuevas tendencias de la conciencia como "pecado", como "fruta prohibida".


Comentarios pueden mandarse al Martinus-Institut.
Información de errores y faltas y problemas técnicos puede mandarse a webmaster.