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"Los seres del reino de la bienaventuranza" contemplan retrospectivamente vidas precedentes en la espiral  401. Los seres, debido a que están altamente saciados de la región de la luz, son atraídos por una fuerza irresistible hacia los contrastes de lo experimentado en esta región. Para "los seres bienaventurados" este contraste sólo existe en sus propios recuerdos de sus experiencias de su zona oscura de la espiral. Esta zona oscura se ha convertido así, en cierto modo, para ellos en una esfera que es más agradable recordar que el supremo mundo que acaban de abandonar. La oscuridad ha comenzado a convertirse en luz para dichos seres. Toda su esfera de interés se dirige ahora cada vez en mayor grado hacia sus propias experiencias precedentes de la oscuridad. Y qué hermoso y extraño es vivir de nuevo estas experiencias precedentes. "El ser bienaventurado" ve ahora su antiguo destino con todos sus detalles de una manera continua a través no sólo de una vida física local concreta, sino a través de muchas vidas. De este modo, ve su verdadera causa y efecto, constata de nuevo la técnica del amor, que todo lo domina, por medio de la cual se revela la conducta del universo y de los seres vivos. Cada detalle de las existencias precedentes en la espiral existe como resplandecientes "copias de oro" reales. Y al menor deseo o a la menor orden del ser aparece un panorama tras otro de sus existencias precedentes con formas plásticas vivas, con efectos de sonido y color en el marco del "ahora" eterno del hijo de Dios lleno de admiración. Imagínense lo que esto significa. "El ser bienaventurado" puede hoy, en este momento en que el lector lee estas líneas, "retroceder" hacia décadas, centurias, milenios, es más, millones de años y ver en radiantes "copias de oro" vivas su propio ininterrumpido caminar precedente a través de estas inmensas "regiones de tiempo" o "continentes de tiempo". Desde su elevada e inmóvil morada cósmica experimenta, en la materia áurea del "reino de la bienaventuranza", "copias" vivas de sus propias "existencias" precedentes "en la jungla", de sus "estados de fiera", así como sus existencias más apacibles como "ser que come plantas". Ve tanto sus propias persecuciones asesinas de otros seres como su propia manifestación como víctima de un acoso asesino equivalente por otros seres. Experimenta "las copias" de su manifestación de la culminación de este mismo principio animal en sus posteriores existencias como "hombre terreno", lo cual en este caso quiere decir "hombre feto". No todos "los seres bienaventurados" han sido "hombre terreno", pero todos han tenido que atravesar los estadios primitivos que actualmente condicionan que el hombre terreno sólo sea un "feto" del "hombre verdadero".
      Como ya hemos dicho, "el ser bienaventurado" ve en su panorama del pasado sus correspondientes existencias anteriores en las que culminan las tendencias mortíferas animales y belicosas. Ve cómo ha perdido organismo tras organismo como víctima de la persecución y el odio de sus semejantes, y cómo este odio está ligado a una causa y ha surgido como una respuesta a su deseo y disposición demasiado grande de participar en el fomento de muerte, guerra y mutilación contra sus semejantes. Además revive toda su vida sexual con todas sus fases a través de todas las épocas de la espiral actual. Ve sus propios excesos y sus resultados en vidas sucesivas. Ve cómo con sus vicios ha demolido un cuerpo físico tras otro y, con ello, ha hecho que los núcleos de talentos de su supraconciencia sean defectuosos, y ve cómo, debido a ello, a través de periodos completos ha perdido la facultad de construir nuevos cuerpos físicos con una forma normal. Por consiguiente también ve aquí, así mismo en "copias de oro", cómo ha tenido que vivir periodos completos en cuerpos defectuosos y anormales y cómo se ha manifestado a sus semejantes con los correspondientes estados anormales o defectuosos que llamamos "enfermedad mental", "subnormalidad" y otras formas de defectos psíquicos o físicos. También ve cómo estos defectos crearon, a su vez, en su supraconciencia una cierta inmunidad para con los vicios y excesos que eran la verdadera causa de los defectos, de modo que tras la curación, o tras haber adquirido de nuevo las facultades normales, pudo manifestarse con una forma ennoblecida, e incluso alguna vez como un modelo ejemplar o un ser ideal para sus semejantes.


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