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La experimentación del "reino de la bienaventuranza". Todo aparece aquí con materia mental de plata y oro. "El reino de la bienaventuranza" es una afirmación extra de la revelación divina que dice: "Todo es muy bueno"  397. Pero, para los seres ordinarios del "reino de la bienaventuranza" este pasado es, como quien dice, toda la espiral experimentada, o sea, las experiencias de los cinco grandes reinos precedentes: "el reino vegetal", "el reino animal", "el reino humano", "el reino de la sabiduría" y "el mundo divino".
      Este inmenso campo de espacio y tiempo se ha convertido ahora, por mediación de la facultad culminante de recordar del individuo, en una soberanía total, en un reino ingente donde el hijo de Dios se ha transformado en rey o señor absoluto. Todos los demás seres, todos los detalles de las experiencias de tiempos cercanos y lejanos que están en el ámbito de la zona de la espiral son súbditos y provincias respectivamente de este gran mundo de aventuras que la Divinidad le ha dado aquí a su hijo.
      Todo lo que el ser ha experimentado en la espiral, alegrías y tristezas, prosperidad y contrariedad, todo lo que ha pensado, todo lo que ha sufrido en la oscuridad y ha hecho sufrir a otros, existe aquí copiado en materias centelleantes y resplandecientes. El aguijón de los detalles oscuros ha sido arrancado. El reino que Dios ha dado a su hijo no está lleno de seres, climas de pensamientos o cosas que produzcan perturbación. Es como si la Divinidad hubiera cubierto su regalo con el enorme poder de su manto de amor que todo lo penetra. Incluso las peores experiencias de la oscuridad del pasado, del paso del ser por "el infierno" de la espiral: el reino animal o la zona del "principio mortífero", aparecen aquí en centelleantes materias de simpatía, son copiadas o recreadas en las sustancias más nobles del mundo mental, se muestran con imperecederos "materiales de oro y plata" de los mundos celestiales, de ahí el nombre "copias de oro".
      En este esplendor celestial el ser ahora ve, según su deseo, mundos, planetas y astros celestes, continentes, mares, esferas y estados de sus existencias precedentes. Lo que experimenta aquí, en "el reino de la bienaventuranza", se diferencia de lo que ha experimentado en el mundo "exterior" por el hecho de que lo que experimenta en dicho reino es un reconocimiento de cosas ya experimentadas, mientras que lo que experimenta en este último mundo consta de cosas totalmente nuevas y desconocidas. En "el reino de la bienaventuranza", el ser no experimenta ninguna cosa nueva en absoluto, aparte de que recibe con copiosa abundancia una nueva e inalterable confirmación de la concepción de la vida de la propia Divinidad que se expresa con las palabras eternas que dicen: "Todo es muy bueno".


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