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Para encontrar contrastes a la existencia luminosa, el ser tiene que retroceder hacia sus experiencias de las zonas más bajas de la espiral  393. Pero para encontrar contrastes a su existencia celestial, el individuo tiene que retroceder hacia sus recuerdos de las zonas más bajas de la espiral en las que su existencia culminó en materias sólidas, es decir, culminó en el hecho de estar ligado materialmente. Estas formas de existencia, en las que la facultad de desplegarse o la libertad de movimientos del individuo estaba estancada o impedida por la pesadez de la concentrada materia, son un contraste extraordinario al estado inmensamente libre del ser celestial en las materias más sutiles o con mayor posibilidad de movimientos de la vida. Por lo tanto, la experiencia de este mundo "interior" se convierte paulatinamente en la existencia del individuo saciado de luz en un factor que todo lo domina. Esto hace, a su vez, que la facultad de experimentar el mundo "exterior" degenere inevitablemente en el mismo grado para, finalmente, ser totalmente latente. Pero con ello, las funciones de la conciencia diurna del individuo han cesado en el mundo "exterior" a favor de la experimentación en el mundo "interior".


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