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El yo por encima del espacio y del tiempo  382. Todos los seres físicos sin "conciencia cósmica" sólo pueden tener un concepto ilusorio del verdadero "punto fijo" de la existencia. Lo que consideran que es "el punto fijo" de su existencia sólo son, en realidad, las cosas que constituyen un "punto fijo" para su cuerpo físico. Y el conocimiento que los seres tienen de la vida sólo puede ser un conocimiento de la relación entre las materias de sus cuerpos físico y las materias físicas fuera de ellos. Su imagen del universo o concepción de la vida, su moral y sus preceptos sólo son un reconocimiento y una estimulación de las relaciones que son, o se opina que son, las más ventajosas para afirmar o mantener la posición del cuerpo físico frente a las materias físicas circundantes. Por consiguiente, sólo se conoce, percibe y experimenta en pesos y medidas, espacio y tiempo. Sólo se puede percibir lo que se expresa en números. El yo y su "supraconciencia" constituyen una realidad eterna. Esta realidad no puede, por consiguiente, expresarse en tiempo. Como dicha realidad tampoco puede pesar nada porque "peso", desde el punto de vista cósmico, es lo mismo que manifestación de voluntad (todas las formas de caída se basan, como ya hemos dicho, en la voluntad que tiene "el yo del globo terrestre" de mantener la materialización de su cuerpo físico o el globo físico que el hombre terreno ha recibido como residencia, del mismo modo que la interacción e inseparabilidad de las células y de los seres que forman los órganos del cuerpo físico del hombre terreno se basan en su voluntad de vivir convertida en función automática), tampoco puede expresarse en forma de espacio. Como "peso" es, así pues, lo mismo que manifestación de voluntad y, de este modo, es lo mismo que un producto "del" yo y, por consiguiente, "no es" el yo, no puede constituir en absoluto ninguna expresión de gravedad o peso con respecto a la naturaleza propia del yo.
      Como "peso" es, de este modo, un producto del yo, éste último ha existido, por consiguiente, antes que el producto. Pero, si ha existido antes que el producto no puede, en sí mismo, "pesar" nada. Como "el peso" de una cosa es, a su vez, lo mismo que una relación de espacio o lugar entre otras cosas o materias físicas, según su propia naturaleza el yo está, así pues como ya hemos dicho, totalmente fuera del espacio. El espacio es, así mismo, un producto de la suprema identidad del yo.
      El yo, en su manifestación suprema, no tiene, por consiguiente, ningún análisis numérico en absoluto. Un análisis así sólo puede referirse a su producto. Aparte del análisis del yo como el creador eterno o el origen eterno de lo creado, no puede darse ningún análisis en absoluto, ya que todo lo que en caso contrario puede surgir en la conciencia del ser sólo puede ser inalterablemente un análisis de los productos de este creador. El propio creador está por encima de toda forma de análisis. Sólo "lo producido" se ha creado a base de un pensamiento previo y encuentra su fundamento en este pensamiento. Pero como el creador no es un producto de un pensamiento previo, no se le puede dar un fundamento en este pensamiento. Se diferencia de "lo creado" por el hecho de que nunca "ha sido creado", sino que "ha existido" toda la eternidad. Toda finalidad es un producto suyo y no es idéntico a él. Y por medio de esto se revela, de este modo, la naturaleza suprema del ser vivo. Una naturaleza absolutamente inmóvil o inviolable. Su santidad divina que está de un modo absoluto por encima de toda materia es aquí un hecho.


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