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Caricias y amor. El reino del amor  362. Como aquí el objetivo sólo es dar una visión de conjunto de las zonas de existencia o unidades especiales de los reinos de la espiral con sus rasgos característicos, para un análisis más detallado debo remitir a posteriores capítulos de "química cósmica". Sin embargo, antes de continuar, deseo hacer un pequeño comentario con respecto a "la energía del sentimiento", que es la energía principal del verdadero reino humano. Aquí ya hemos visto que esta energía constituye el frío del universo. Pero no hay que creer por ello que el verdadero reino humano está dominado por un desierto de hielo. Del mismo modo que "el reino animal", a pesar que "la energía del peso" o "del fuego", se encuentra en su culminación en su zona, no es un mar de fuego incandescente, el verdadero reino humano, como ya hemos dicho, tampoco es idéntico a ninguna forma en absoluto de frío invernal dominante. Gracias a la presencia de "la energía del peso" el verdadero reino humano también se convierte en una "zona de calor", aunque la temperatura media de sus organismos y cosas no sea tan alta como en "el reino animal".
      Como la imagen muestra, "la energía del peso" todavía es bastante sobresaliente, pero "la energía del sentimiento" se ha convertido en tan superior a ella que no puede tener lugar ninguna explosión, ni en la parte exterior puramente física ni en los pensamientos interiores. Como "la energía de la inteligencia" está representada de una manera tan destacada que no puede tener lugar nada ilógico, y toda desarmonía es, por consiguiente, imposible, en esta zona o reino, la manifestación de "la energía del sentimiento" en sí es semejante a la maravillosa experiencia o sensación de la vida que llamamos "amor". Esta sensación, la más santa de la vida, es, así pues, lo mismo que una reacción equilibrada entre el fuego y el frío, dirigida lógicamente. "El amor" no es, así pues, pura "energía del sentimiento", sino un compuesto químico-cósmico armónico de las tres energías nombradas: "peso", "sentimiento" e "inteligencia".
      En la zona física "la energía del peso" desarrolla, así pues, un papel fundamental en el compuesto químico-cósmico del "amor". El hombre terreno también se ha acostumbrado a concebir "el amor" como expresión de calor. Y esto no es sin motivo, porque cuando las ondas de amor atraviesan el cuerpo físico se notan en la sangre como calor físico. Este calor prueba, de este modo, la presencia de "la energía del peso". Y el desencadenamiento físico de la energía explosiva sólo puede tener lugar aquí en una forma dominada totalmente por "sentimiento" e "inteligencia". A esta forma refrenada la llamamos "caricias". Que "el amor", así pues, constituye un compuesto químico-cósmico especial y determinado es fácil de aceptar por el hecho de que estas tres energías básicas con mucha frecuencia pueden producir unos efectos totalmente distintos que, precisamente, "amor". Si, por ejemplo, hay demasiada "energía del peso" o "explosiva" en relación con las otras dos energías básicas, "las caricias" se hacen violentas, manifiestan brutalidad, son mutiladoras. Y ya no las llamamos "caricias", sino que las calificamos de "violencia". La diferencia entre un simpático "golpecito en la mejilla" y una "bofetada" se debe a la combinación química-cósmica de las tres energías básicas en la conciencia. El fundamento de una "bofetada" es que hay demasiada "energía del peso" en la combinación, mientras que el cariñoso "golpecito en la mejilla" es "energía explosiva" en una forma tan retenida que puede manifestarse exactamente con el desencadenamiento suave o cuidadoso que es una "caricia".
      Pero por lo demás, todos los otros movimiento físicos o formas de creación, cuya dirección es absolutamente lógica, es decir, que son directamente de gran utilidad, sin muerte o sin mutilación, son energía latente de explosión, y por ello son, en realidad, lo mismo que "caricias".
      Que notemos la tenue frescura de la brisa en nuestra mejilla un caluroso día de verano o que estemos sentados en un avión y volemos a toda velocidad sobre continentes o mares, esto sólo puede suceder en virtud de energía explosiva latente o dominada.
      Por energía explosiva latente se sobreentiende aquí una regulación, agradable para el hombre terreno, del desencadenamiento de dicha energía, de modo que no sea mutiladora o brutal, sino absolutamente beneficiosa y útil. La brisa y el avión, en las circunstancias en que son directamente beneficiosos o útiles para el hombre, son idénticos a "caricias". Lo mismo puede, naturalmente, decirse, de todos los otros fenómenos de la vida cotidiana que igualmente sirven al hombre o al ser vivo. A medida que la energía explosiva es retenida por la lógica y el sentimiento, la existencia se llena de "caricias". Como el verdadero reino humano se basa en este dominio totalmente lógico de la energía explosiva en beneficio de la directa creación de placer para el ser vivo, los detalles de la vida diaria de este reino se convierten exclusivamente en idénticos a "caricias". Y, por consiguiente, a la zona de la tercera energía básica se la puede con razón llamar "reino del amor".


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