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La tercera fuente de fuerza del yo. El sentimiento. El frío del universo. Se crean los soles. Cuando el sentimiento domina la energía del peso y se produce la creación de la materia física  352. Pero esta manifestación mortífera o explosiva no tendría jamás lugar si simultáneamente no estuviese presente una tercera clase de energía. El caso es que las explosiones no pueden tener lugar si no hay nada que pueda hacerse explotar. Este algo es la tercera energía básica de la existencia, el sentimiento. Esta energía es exactamente lo contrario al fuego o a la energía del Sol, ya que en realidad, por extraño que parezca, es idéntica al frío del universo.
      Mientras el fuego calienta, dilata, diluye o desmaterializa, el frío tiene como propiedad helar, concentrar, cristalizar o materializar. Y el resultado de la interacción de estas tres energías básicas nombradas se convierte en todo lo que se agrupa con el concepto "materia física". Esta materia aparece, a su vez, con tres variaciones: "sólida", "líquida" y "gaseosa", pero puede decirse que en cada variación es, en realidad, materia "sólida" o "concentrada".
      Todo el mundo físico depende, por consiguiente, de la interacción entre el fuego y el frío. El calor del cuerpo o temperatura del ser vivo es el punto de equilibrio o punto estable de la lucha de las dos energías en los organismos de los seres vivos. Todas las materias sólidas o físicas son, así pues, una concentración de sentimiento y peso. En realidad constituyen fuego latente. Todo también manifiesta o representa, por ello, un grado u otro de calor o frío. Todo se hiela o se quema. Allí donde la energía del sentimiento se encuentra en poca cantidad surgen explosiones e incendios. Todo se despedaza y se destruye, se disuelve o se desmaterializa. Allí donde predomina la energía del sentimiento surge la concentración, la contracción, la solidificación, la cristalización, que es lo mismo que el hecho de hacer visible físicamente o manifestación.
      Según parece hay, así pues, mucha energía del sentimiento en el universo. Por todas partes vemos una multitud de formas que se manifiestan físicamente, es decir, una multitud de formas de fuego latente. Pero también vemos una multitud extraordinaria de situaciones en que el fuego no está latente, sino que domina la existencia. Y aquí la existencia física o manifestación visible de las cosas está en declive, está cesando. Allí donde la energía del fuego comienza a dominar de una manera especial en el universo, y la energía del sentimiento, por consiguiente, está de modo correspondiente en inferioridad, surgen enormes zonas de calor. Estas zonas aún no pueden verse con la vista física. Son el comienzo de la creación de soles. Con la continua afluencia de energía del peso a estas zonas de calor, dichas zonas adquieren análogamente una naturaleza cada vez más fuerte. Y finalmente la energía del peso se encuentra en tan gran cantidad que se hace visible para la vista física como fuego. Y entonces vemos estas enormes zonas de calor como nieblas luminosas que se concentran más y más en zonas o cuerpos luminosos en forma de objetos redondos netamente perfilados. A estos cuerpos luminosos los conocemos con la denominación "estrellas del cielo" y en la escuela ya aprendemos que son soles y sistemas solares. Los soles constituyen, por consiguiente, cuerpos de fuego o masas de energía del peso concentrada, comprimidas por la energía del sentimiento, de modo que dan lugar a una cierta tensión.
      Pero aunque predomine la energía del peso, la energía del sentimiento se impone de manera muy fuerte, y las zonas de los soles se convierten en la culminación misma de explosiones. Aquí hay la combinación de rayos y truenos. Aquí el ruido lo domina todo. Los soles constituyen la jauja del alboroto. Aquí nada se basa en la quietud o el silencio. Aquí no hay nada llamado sueño o descanso. Los soles son los crisoles del universo. Aquí culmina el ruido de la propia creación de los mundos mismos.
      Esta creación se debe a una interacción del "sentimiento" y "el peso". Los soles y todos los otros cuerpos luminosos del cielo sólo lucen en virtud de la supremacía de "la energía del peso" sobre "la energía del sentimiento". Pero poco a poco "la energía del sentimiento" se abre cada vez más camino en la zona del sol. Al principio no es lo suficientemente fuerte para hacer que "la energía del peso" quede totalmente latente. De aquí las grandes explosiones que llamamos "protuberancias". Estas enormes explosiones sólo son manifestación de una gran cantidad de energía del sentimiento que es dominada por la energía solar. Pero a medida que el sentimiento se abre cada vez más camino en la zona del Sol, la violencia de las explosiones disminuye de modo correspondiente. Éstas son menores y menos frecuentes. En la zona del Sol tiene lugar la transformación que llamamos "enfriamiento". Pero "enfriamiento" sólo es frío en crecimiento. Pero este enfriamiento tiene lugar relativamente despacio. Y debido a ello, se producen una gran cantidad de estadios diversos durante la transformación de esta zona solar de fuego en frío. Y gradualmente todas las energías solares se hacen latentes. Y esta energía solar latente es lo que llamamos "materia sólida". Todos los detalles físicos, todos los organismos y cuerpos, todo lo que vemos en los planetas fríos son, en primer término, una obra del sentimiento, un resultado de una unión mutua de frío y calor. Todas las materias sólidas, también nuestra carne y nuestra sangre, son en realidad, desde un punto de vista cósmico, congelaciones. Un calor muy dominante haría fácilmente que todo se deshiciese, que todo se desmaterializara, es decir, haría que todo pasase a otras formas de existencia.
      La energía del sentimiento convierte la impetuosa o peligrosa energía del peso en latente. En todas partes donde llega a dominar surge la quietud y el silencio. En la conciencia, la energía del sentimiento se experimenta como una tendencia tranquilizante. En su forma más pura en la conciencia no es ni simpatía ni antipatía, sino que forma, en realidad, un frío mental. De aquí el concepto "tranquilidad glacial" o "mirada glacial".
      Si un ser humano siente antipatía u odio, entonces no es la energía del sentimiento la que domina. Esto manifiesta, al contrario, que, en la mentalidad de este ser, el acceso de la energía del peso a su conciencia es demasiado fácil. La antipatía o el odio son en realidad energía explosiva que sólo está latente en parte. Por regla general, sólo hace falta añadir una pequeña cantidad de energía del peso para que sea la gota que colma el vaso. Esta cantidad es añadida a través de materias de pensamientos brutales, es decir, expresiones insultantes, irritadoras u ofensivas de otros seres. Y el ser anteriormente mencionado se enfurece totalmente. El ser humano colérico tiene poca energía del sentimiento. Reparando esta falta vuelve la tranquilidad. El ser colérico necesita simplemente introducir sus manos en agua helada. El frío de esta agua, que es lo mismo que energía del sentimiento, pasa al organismo y mentalidad del ser, y la falta de energía del sentimiento es reemplazada, y la tranquilidad vuelve de nuevo a la conciencia de la persona colérica.
      Con la energía del sentimiento el yo construye la tranquilidad y el orden perfectos en la existencia. La energía del sentimiento es la que mantiene a los planetas en su sitio en el universo. Y es la energía del sentimiento lo que el ser necesita para protegerse de los arrebatos de cólera. Es con la energía del sentimiento que el ser debe procurarse el silencio y la tranquilidad mental, que lo hace receptivo para la evolución encaminada al uso de energías de conciencia todavía más elevadas. Esta energía tan importante es la tercera fuente de fuerza del yo.


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