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La imperfección de los sueños como un eslabón en la creación de "la ignorancia" o "involución"  345. Nuestra investigación de la conciencia nocturna nos ha puesto, de este modo, en contacto con el estado en que los seres sueñan. Es más, este estado es, de hecho, el único material de experiencias que el hombre terreno tenía de su estado de conciencia nocturna. Como no tiene "conciencia cósmica", en su existencia física despierta no tiene, aparte de los sueños, ningún recuerdo en absoluto de esta parte de su vida o existencia. Este ser cree que dicha parte es un estado durmiente o no consciente.
      Pero aquí hemos visto las primeras pruebas irrefutables de que tras este sueño o no conciencia existe una "existencia despierta" análoga a la "existencia despierta" física. Hemos visto que la concepción errónea que los seres tienen de la conciencia nocturna se debía a la falta de una fundamental transferencia de recuerdos. Los sueños eran, claro está, recuerdos que sólo se habían colado de un modo anormal en la conciencia diurna despierta física, y que con muy pocas excepciones se manifestaban de una forma tan imperfecta y desfigurada, que no se les ha atribuido ningún significado importante.
      Pero, ¿por qué es la transferencia de recuerdos tan débil aquí? Si hubiese sido algo más fundamental, el conocimiento del hombre sobre sí mismo, sobre su estado espiritual o psíquico, su inmortalidad, etc., habría tenido un carácter muy distinto. La ignorancia no habría dominado en el mismo grado en que domina actualmente. Es cierto, pero entonces el reino en que el ser terreno se encontraría sería muy distinto al reino en que hoy se encuentra. Y este ser sería, así mismo, distinto al que precisamente es ahora. El conocimiento que podría adquirir por medio de una transferencia fundamental de recuerdos de experiencias del "estado despierto" de la conciencia nocturna al "estado despierto" de la conciencia diurna es, precisamente, el conocimiento y la forma de experimentar que en un determinado segmento de la espiral evolutiva se le tuvo que arrebatar al ser. ¿Cómo podría, si no, haber surgido la zona de la ignorancia y, con ella, el contraste que hace posible experimentar la vida?
      La vida en la Tierra consiste, como ya sabemos, en una sola cosa: transformar la ignorancia en conocimiento. Pero el yo, claro está, es el señor de todas las materias. Y "la ignorancia" es algo que debe crearse, igual que "el conocimiento". Ambas realidades constituyen absolutamente en el mismo grado, "cosas creadas". Su aparición se debe única y exclusivamente a diferentes constelaciones de las facultades de la conciencia. Y con esta constelación de facultades se regula todo el conocimiento. Todos los seres que encontramos en la existencia tienen, desde un punto de vista cósmico, el mismo conocimiento, pero no lo llevan consigo al mismo tiempo, ni tampoco permanentemente. Para que la vida se convierta verdaderamente en un placer tienen que experimentar contrastes. Todo placer, toda felicidad es sólo una experimentación de contrastes de lo que uno está saciado o ha vivido hasta el fondo. Por esto toda la experiencia de la vida tiene lugar de una manera rítmica. Y ya sabemos que los seres en una mitad de la espiral de evolución experimentan, precisamente, "involución" que, en realidad, es lo mismo que "creación de ignorancia". En este segmento de la espiral, los seres pasan de un estado superior de ser a uno inferior, es decir, de un estado altamente intelectual a un estado primitivo y no intelectual. Toda esta transformación sólo tiene lugar a partir de combinaciones de materias cósmicas o constelaciones particularmente determinadas de las seis energías básicas. Estas constelaciones se pueden dividir en "intelectuales" y "no intelectuales". Y según la combinación de estas energías, la conciencia de los seres puede transformarse en "intelectual" o "no intelectual". Toda creación depende de esta regulación de conocimiento. Si los seres no tuvieran que pasar del conocimiento a la ignorancia, si la existencia intelectual en el mundo superior no se convirtiera en aburrida, y la ignorancia, por consiguiente, en un objetivo de lo que se añora en "el mundo divino", jamás habrían podido surgir los bellos procesos creadores de los que nuestra actual existencia física es un resultado. No habría nada que se llamase mineral, no habría nada que se llamase planta o animal. El océano de seres maravillosos, que de innumerables colores, formas y naturalezas y esencias rodean nuestra existencia terrena, no podría de ninguna manera existir o haber sido creado. Pero todo lo que ahora constituye el mundo físico y que principalmente, tal como posteriormente veremos, se basa en "la energía del peso" (energía del fuego o energía del sol) no podría en absoluto experimentarse en su estado más puro, si fuera normal experimentar los recuerdos de la conciencia nocturna o estado durmiente con la conciencia diurna física despierta. Los nervios físicos, que en el hombre corriente están fuertemente sobrecargados debido a su naturaleza como instrumentos de la energía explosiva, estarían doblemente sobrecargados.
      Si los recuerdos del estado despierto de la conciencia nocturna tuvieran paso libre al estado despierto de la conciencia diurna, esto sería un gran impedimento para que el ser pudiera sacar totalmente partido de su acceso a la experimentación física por medio de la conciencia diurna física. Durante el tiempo que invertiría en ocuparse de las experiencias del estado despierto de la conciencia nocturna, al ser le sería imposible ocuparse de las experiencias físicas. Ningún ser puede tener conciencia de más de una experiencia a la vez. El estado, que en lenguaje ordinario llamamos "distracción", sería muy preponderante entre los seres. En general, el individuo iría por la esfera física totalmente absorbido por las experiencias de la conciencia nocturna. Todos los seres físicos irían por ahí como "soñadores" o "sonámbulos". Estos estados del ser serían generales para todos. Imagínense lo que esto significaría en el mundo físico que es tan drástico, en la zona del principio mortífero donde los peligros mortales están al acecho por todas partes, donde el menor descuido puede originar catástrofes inmensas.
      ¿Qué aspecto creen ustedes que tendría el mundo técnico, ahora tan brillante, con "sonámbulos" al volante de locomotoras y automóviles, pilotando aviones, o junto a la brújula de los grandes transatlánticos? ¿Y creen ustedes que la dirección de la humanidad física sería mejor si estuviese en manos de "soñadores?" No, en absoluto. Ya se demostrará que al hombre terreno le es más útil una memoria como la que tiene actualmente.
      Esto no significa, naturalmente, que el ser terreno tenga que continuar viviendo con los dos estados despiertos mencionados separados el uno del otro, al contrario, este ser, claro está, evoluciona alejándose de "la energía del peso" y se abre cada vez más camino hacia un estado en que las dos formas de estados despiertos se unen en un estado de conciencia diurno permanente y claro. Este estado será explicado con más detalles posteriormente en "Livets Bog". Pero aquí nos hemos dado una primera idea del yo y de las condiciones para que pueda vincularse a la materia. Hemos visto que esta cualidad de poderse vincular a la materia reside totalmente en la estructura particular del yo, en su identidad como "principio trino" que, simultáneamente, condiciona su aparición como un "ser vivo".
      Hemos visto, así pues, que "el algo", que es "el químico cósmico", "el algo" tras el proceso químico-cósmico que todo lo domina, que llamamos "vida", "naturaleza" o "existencia", es el yo del ser vivo. Naturalmente, no hemos podido dar amplios detalles o una extensa descripción de este problema, el mayor de la existencia, pero no era éste el objetivo. Estos detalles formarán parte de análisis especiales con los correspondientes símbolos posteriormente en "Livets Bog". Aquí sólo hemos descrito el problema como un análisis secundario necesario para que nos ayude provisionalmente a fundamentar la descripción de las fuentes eternas de fuerza del yo.


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