Lee y busca en El Tercer Testamento
   Apdo.:  
(289-638) 
 
Búsqueda avanzada
   

 

El hombre terreno es "una bomba viva". La vida de su conciencia son "explosiones". El estadio del querelloso como estadio de transición de "animal" a "hombre"  334. Así pues, sucede que las variedades denominadas "sentimiento" y "razonamiento" cubren con su sombra la variedad denominada "peso". Esto se forma en la conciencia diurna despierta del individuo como una lucha entre "el mal" y "el bien". Esta lucha es idéntica a lo que llamamos "la existencia física". Y el cuerpo, por medio del cual tiene lugar esta experiencia, es "el cuerpo físico" de carne del individuo. Aquí, en "Livets Bog", se llama "cuerpo del peso" porque este cuerpo es el cuerpo especial, por medio del cual el individuo usa la energía explosiva o mortífera, la energía del peso. Allí donde las energías del razonamiento e intelectuales todavía no han empezado de verdad a cubrir con su sombra al individuo, también encontramos a este cuerpo, dotado para la matanza y el despedazamiento. Está provisto de dientes y garras muy fuertes, tiene gran fuerza y vigor junto con propiedades en pro del despliegue de muchas habilidades a favor del principio mortífero. Mientras el cuerpo todavía se encuentra en este estado, llamamos a su origen un "animal". Pero a medida que este ser va usando cada vez más las energías intelectuales, aprende a crearse materiales o instrumentos todavía mejores para el despliegue de la energía mortífera. Se ha creado espadas y lanzas, cañones y ametralladoras, gases tóxicos y lanzallamas para, finalmente, hacer que todo culmine en su fabricación de la realidad que llamamos "bombas". Esta realidad es la culminación en sí del uso de la energía del peso por el individuo. Es la energía del peso en su manifestación o despliegue máximos. Aquí su fuerza se encuentra en la cumbre de su potencia: "la explosión".
      Como el individuo, de este modo, ha podido tomar posesión de las fuerzas de la inteligencia y, así, ha podido crearse instrumentos más adecuados a su naturaleza mortífera que los dientes y las garras y ha llegado, en todos los aspectos, a poder llevar a cabo el propio proceso de matar fuera del ámbito del cuerpo de carne, este cuerpo ha degenerado. Los dientes ya no son tan afilados. Y las garras se han convertido en "uñas". A un ser así ya no lo seguimos llamando un "animal", sino que lo calificamos de "hombre".
      Pero como sólo difiere del tipo de vida normal animal en el hecho de que todavía está mejor equipado o más bien provisto para usar el principio mortífero que éste, es fácil ver que dicho ser no es ningún "hombre" acabado o verdadero. Un "hombre" verdadero es, claro está, un ser en quien la energía del peso ha sido sustituida por la variedad del sentimiento o amor. Por esto en "Livets Bog" he llamado a este ser, con manifestaciones animales muy florecientes, "hombre terreno". Y aquí nos encontramos junto al tipo de ser que es el más importante en la zona de existencia terrena.
      Como este ser se sirve de la energía del peso en tan gran manera, su conciencia diurna o sus experiencias hechas en estado despierto son en un grado muy elevado "explosiones". Su actuación cotidiana, su relación con los otros seres, el concepto que tiene de sí mismo, sus actos de voluntad y su opinión sobre la vida y la Providencia sólo son "explosiones" que se manifiestan de una manera más o menos desenfrenada. Donde esto se ve más claramente es en los arrebatos de cólera o ira del ser. En un arrebato así, el uso que el ser hace de la energía del peso aparece de una manera tan violenta en su voluntad que éste, a veces, quiere despellejarse a sí mismo y a otros seres, o a todo lo que se le acerca. El ser es en sí mismo "una bomba viva".
      Pero la energía del peso también está presente en muy alto grado en sus "relaciones amorosas". El más alto despliegue de simpatía de un ser así tiene sobre todo lugar por medio del matiz de la conciencia que llamamos "enamoramiento". Pero "el enamoramiento" no es otra cosa que una explosión un poco refrenada. El enamoramiento convierte al ser en un cráter vivo. Si la persona enamorada no es correspondida, y en cambio experimenta que la persona amada abriga simpatía por otros seres o cosas, entonces surgen los celos, que en el peor de los casos pueden convertir a quien los siente en un asesino y, en el mejor de los casos, en un melancólico. En el primer caso lo que sucede es que la energía del peso ha tomado el mando. "La bomba viva" ha explotado. En el último caso lo que sucede, en realidad, es que la energía del sentimiento es demasiado fuerte en el ser. Esta energía inmoviliza la energía del peso, de modo que no puede tomar el mando. "La bomba" no puede llegar a explotar. Puede estar simplemente presente y "arder" o "humear" consumiendo su fuerza.
      Pero se trata solamente de extremos, entre estos extremos hay una cantidad inmensa de estadios para el despliegue mental, que todos son, en mayor o menor grado, una lucha entre la energía del sentimiento y la energía del peso para dominar en la conciencia del ser. Cuando un ser regaña, usa palabras injuriosas y apodos, calumnia a otro ser, tiene envidia, etc., todos estos tipos así de manifestación sólo son, en realidad, deseo de asesinato muy fuertemente refrenado. El ser tiene demasiado sentimiento para cometer directamente un asesinato. "La bomba" sólo "chifla" y "chisporrotea". No puede explotar. El ser no puede convertirse en un asesino. Sólo puede manifestarse como un "querelloso". Un "querelloso" sólo es, así pues en realidad, "la bomba viva" que ha perdido su capacidad de explotar y sólo puede, por consiguiente, explotar de esta manera. Echa "chispas" que, de vez en cuando, pueden tocar, chamuscar y quemar a los seres que lo rodean sin que pueda, sin embargo, aniquilarlos totalmente.
      A medida que la evolución va avanzando, los sentimientos del hombre terreno evolucionan cada vez más por medio de los sufrimientos, es decir, este hombre es cada vez más capaz de usar en su mentalidad una energía del sentimiento cultivada. Y es debido precisamente a esto que comienza a divergir del animal común. Mientras el animal de la jungla no conoce en absoluto todos estos estadios querellantes, sino que o tiene que matar al enemigo totalmente o ser matado él mismo, toda la existencia del hombre terreno sólo es un hacer juegos malabares con el material de la conciencia o pensamientos, que en realidad son únicamente un deseo de asesinar que está inmovilizado. Este hombre se irrita y se ofende, se enoja o gruñe. Tiene demasiado sentimiento para poder matar, pero no el suficiente para mantener a raya la energía del peso. Tortura lentamente a sus víctimas. El primer resultado de la transformación del animal en hombre es, así pues, "el estadio querellante".


Comentarios pueden mandarse al Martinus-Institut.
Información de errores y faltas y problemas técnicos puede mandarse a webmaster.