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"Las mezclas de materiales" cósmicos y el hombre terreno  333. Para poder trabajar con una "mezcla" así, el ser tiene que tener un instrumento u órgano. A un órgano así lo llamamos un "cuerpo" o un "organismo". Y de tales organismos, el cuerpo físico del individuo es el más conocido por la humanidad terrena. Como la mezcla cósmica de energías básicas, que se impone aquí, tiene a la energía del peso como dirigente, mientras que la energía de la intuición está latente, y la energía del sentimiento y de la inteligencia están en evolución, y la energía del instinto y del recuerdo están en involución, "el cuerpo del peso" (el cuerpo físico del individuo) tiene por lo tanto que ser un cuerpo que se basa en alto grado en el hecho de poder ser el instrumento del individuo en la correspondencia o interacción con esta mezcla de material cósmico o constelación de energía.
      Como vemos, las formas de energía inferiores son las que van a la cabeza de la mezcla. El ser vivo, que tiene que crear su existencia y manifestación de esta mezcla de material, tampoco puede ser de una naturaleza tan prominente como los seres que tienen cuerpos para poder crear su vida y su existencia por medio de una interacción con una de las mezclas de materias cósmicas que se encuentran en la parte superior de la escala, en que las dirigentes son las energías intelectuales. Esto se ve también en la manifestación del conjunto de los seres vivos, ya que esta manifestación muestra precisamente que estos seres presentan entre ellos una diversidad inmensa con respecto al modo de mostrarse, lo que a su vez se especifica exactamente en seis tipos básicos de formas de existencia, que corresponden de manera precisa a las seis mezclas de materias cósmicas de la escala. Así pues, vemos seres de "la mezcla del instinto". A estos seres los llamamos "plantas". Vemos seres de la "mezcla del peso". A éstos los llamamos "animales". Y es aquí donde en realidad el hombre terreno todavía tiene su lugar en la escala, mientras "la energía del peso", es decir, la energía en la que se basa toda guerra y mutilación, la energía que se manifiesta en militarismo y máquinas de guerra, todavía sea la más importante; a decir verdad, no puede en realidad prescindir en absoluto de ella en su vida diaria y en su mantenimiento de una vida soportable.
      Pero en el seno de esta misma humanidad comienza a manifestarse la siguiente mezcla de materias cósmicas, en la cual "el sentimiento" es el dominante. En el mismo grado en que se cultiva este "sentimiento", es decir, se mezcla con una cantidad adecuada de "energía de la inteligencia" transformándose así en "amor", comienza el ser terreno a encontrarse en el próximo reino, el verdadero "reino humano". Y también es justamente en virtud de esto que los grandes maestros le dan a la humanidad prescripciones e ideales, que precisamente llevan a atraer el amor al prójimo y a sentir antipatía contra el principio animal: el egoísmo, y la apartan de la venganza y las matanzas y la llevan a perdonar. Estos ideales se basan justamente en una lucha contra la energía del peso y una estimulación del uso de la energía del amor. Las grandes escuelas, universidades y centros de enseñanza de los últimos tiempos muestran en muy alto grado una evolución ascendente en el uso de la energía básica intelectual: la inteligencia o energía del razonamiento.


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