Lee y busca en El Tercer Testamento
   Apdo.:  
(289-638) 
 
Búsqueda avanzada
   

 

"La supraconciencia" constituye un "cuerpo eterno" para el individuo y actúa fuera de su organismo independiente de la reencarnación. Es el "cuerpo de destino" del individuo  328. "La supraconciencia" es, así pues, el fundamento de toda la manifestación del individuo. Su órgano más noble, "el elemento de destino", es el almacén de las facultades y disposiciones del ser que se guardan en él en forma de "núcleos de talentos". Como toda la manifestación de creación del ser tiene su origen aquí, tanto lo que concierne a la construcción de sus cuerpos físicos como a la de sus cuerpos espirituales, es decir, al conjunto de toda su manifestación, se muestra por medio de esto que esta "supraconciencia" no reside en ninguno de los seis cuerpos de manifestación del individuo. Porque si residiese en ellos, no podría haber existido antes de la creación de éstos. Como estos cuerpos están sometidos a un comienzo y un fin, se transforma en un hecho que las fuerzas, las facultades y disposiciones, de que estos cuerpos son un resultado, están fuera de estos cuerpos, han existido antes de la existencia de éstos. Pero no pueden haber existido en un "nada", sino que tienen que haber existido en algún "algo" que está por encima de esta interrupción, un "algo" que puede seguir existiendo independiente del cese o destrucción de los cuerpos. Si no fuera así, el individuo no podría de ninguna manera sobrevivir la destrucción de sus cuerpos, del mismo modo que tampoco podría haber existido antes de la creación de éstos. Dichos cuerpos no habrían podido jamás llegar a existir, porque en este caso tendrían que haberse creado a sí mismos. Las sustancias, los productos químicos tendrían que haberse comenzado a reunir repentinamente por sí mismos en unas combinaciones lógicas o sistemáticas. Inmensas creaciones con una finalidad tendrían lugar por sí mismas sin ninguna planificación, sin ningún pensamiento, sin ningún cerebro. El caos se transformaría en orden. "Las sustancias" producirían al "creador". Pero esto es lo contrario de lo que sucede en realidad. Es un hecho de aceptación general que no es "lo producido", sino "el productor" lo que es "el creador".
      Como los cuerpos físicos del individuo forman parte de "lo producido", tienen que tener un "productor" que existe fuera y antes de la existencia de los cuerpos. En virtud de su "supraconciencia", es decir, en virtud de su "X1" y "X2", el ser vivo se convierte, así pues, en idéntico a este "productor". Dicho "productor" se manifiesta por medio de ella como una realidad eterna. Es, por consiguiente, en virtud de esta "supraconciencia" que el ser vivo existe como inmortal. Este ser actúa permanentemente por medio de esta "supraconciencia". Es en virtud de ella que crea su "reencarnación" o es el verdadero señor y creador de sus encarnaciones o renacimientos. En virtud de esta misma "supraconciencia", este ser vive, por consiguiente, una existencia ininterrumpida, renueva sus cuerpos o instrumentos de manifestación. En virtud de su "supraconciencia" el individuo existe de un modo real y actúa tanto en lo que llamamos "muerte" como en lo que llamamos "vida".
      Como "la supraconciencia" se transforma, de este modo, en el instrumento principal del ser vivo, ya que es el órgano para la construcción de los cuerpos y por sí mismo está fuera de "lo temporal", a pesar de su facultad interior de transformación, a esta "supraconciencia" también le podemos dar el nombre de "cuerpo eterno". En este cuerpo el ser vivo ha guardado en forma de semilla ("núcleos de talentos") las consecuencias de vidas anteriores, lo cual es lo mismo que decir que ha guardado las simientes para sus posibilidades futuras con respecto a sus talentos. Este cuerpo es, por consiguiente, lo mismo que su verdadero "cuerpo de destino".
      Ahora se objetará quizá que disposiciones y talentos, inteligencia y carácter, defectos y vicios, etc., han sido heredados de los padres, pero esta afirmación no explica los hechos verdaderos. Sólo es una justificación no consciente y camuflada del problema en sí. Es una tapadera enmarañada del gran agujero o de la grieta lógica que queda tras cualquier afirmación que pretende que el ser vivo es uno con su cuerpo físico y, por consiguiente, depende de éste y, así pues, está desprovisto de "inmortalidad", y que la reencarnación y las demás realidades cósmicas son, por lo tanto, superstición o fantasía. Sobre esto trataremos posteriormente en análisis especiales de "Livets Bog".
      Con respecto a "la supraconciencia", ésta no puede darle al individuo ninguna experiencia de la que tenga conciencia con su cerebro. Su función consiste solamente en una organización, basada en la atracción y la repulsión, de las energías, que el ser en cuestión usará para su manifestación conjunta. Pero sigue estando en vigor que "la supraconciencia" en sí misma sólo es un "instrumento" para el ser y que no constituye al ser.


Comentarios pueden mandarse al Martinus-Institut.
Información de errores y faltas y problemas técnicos puede mandarse a webmaster.