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Vislumbramos provisionalmente la más profunda causa de la química cósmica: el ser vivo  322. Nos hemos dado una primera idea del profundo misterio del "ser vivo", y hemos visto que constituye un conjunto inseparable de tres grandes principios básicos que, a su vez, forman una unidad inalterable o "un principio trino" por medio de dicho conjunto. A través de este conjunto, este principio en forma del "ser vivo" está en condiciones de producir realidades "temporales" o "mortales", por medio de las cuales proclama o revela su existencia eterna o identidad divina como señor de la vida y de la creación.
      Como el yo, de este modo, sólo puede proclamar su existencia y su conciencia por medio de reacciones de la sustancia o materia, y estas reacciones se ven obligadas a ser finitas o temporales, y éstas, a su vez, son lo único que puede percibirse directamente, todo lo que puede experimentarse directamente sólo se transforma, por consiguiente, en la experimentación de cosas temporales o finitas. No es nada prodigioso que el yo mismo o los principios eternos desaparezcan totalmente para una serie de seres humanos, que todavía están en un estadio en que no tienen la facultad de adquirir la experimentación indirecta de los hechos eternos, hechos que la experimentación directa de la vida cotidiana tiene como objetivo darle al individuo. Que todos los miembros de este grupo nieguen la naturaleza inmortal y eterna de su propio yo y todos los factores eternos relacionados con esto es, por supuesto, una consecuencia natural. Y el análisis aquí esbozado de la naturaleza eterna del yo tampoco constituirá una prueba suficiente para ellos, sino que, en cambio, sólo será un punto de apoyo provisional para el investigador maduro o cuya evolución está muy avanzada. Con respecto a un análisis más exhaustivo, tengo que remitir a posteriores análisis especiales de este tema en "Livets Bog".
      Aquí sólo tenemos, por consiguiente, un punto de apoyo provisional o una opinión sobre la causa más profunda de la creación, del desencadenamiento de energía o del proceso cósmico-químico que muestra la materia del universo. De este modo, antes de pasar al análisis directo de las materias o sustancias, hemos vislumbrado previamente a un químico cósmico tras las reacciones de las sustancias, o hemos tenido conocimiento de que tras toda forma de desencadenamiento de energía hay "un ser vivo". Y que, así pues, es indiferente que sea el fondo del mar o la cresta de las olas, que sea el más profundo precipicio o las nieves eternas, que sea el silbido de la tormenta o la bonanza del mar, que sea la nube fugaz o el peñasco inmóvil, que sea el interior incandescente del Sol o los mares helados junto a los polos, que sea la profusión de flores de los prados o las desiertas montañas de arena, porque todas estas realidades, su forma, colores, consistencia o toda su manera de manifestarse son procesos cósmico-químicos, son resultados de una conciencia, un pensamiento y una voluntad, igual que lo son todas las realidades producidas por el hombre: casas, máquinas, barcos, arte, literatura, etc. Nada puede existir sin ser equivalente a resultados de los dos principios precedentes: "el yo divino" y su "facultad creadora". Estos dos principios están de manera inalterable absolutamente presentes en todo lo que se puede percibir, en todo lo que se puede ver. Se le revelan al observador evolucionado tanto en el mineral como en la carne y la sangre.


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