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La ley de la reacción de las sustancias es el regalo de amor eterno de la Divinidad al yo y al ser vivo  310. Por medio de la materia o las sustancias de la existencia se transforma en un hecho que las reacciones de esta materia o sustancias siguen unas leyes, y que cada una de ellas reacciona de acuerdo con su modo propio y eternamente inalterable. Pero dado que este modo particular de reaccionar de cada sustancia, tal como veremos en el próximo capítulo, es un medio o instrumento indispensable para que el yo pueda hacer posible la creación, lo cual a su vez quiere decir el cumplimiento de sus apetitos y deseos, la ley de la reacción de las sustancias se muestra aquí como idéntica a amor culminante. Es el regalo de la Divinidad al yo. Por medio de esta ley, este yo puede pensar y actuar. Por medio de ella crea su propio destino, influye en las variaciones de su propia manifestación en forma de mineral, vegetal, animal, hombre y muchas otras formas de existencia más elevadas. El conocimiento de esta ley es lo que hace del hombre un genio, un catedrático, un doctor o un maestro. Su conocimiento es lo que hace al individuo bienaventurado. Su conocimiento es la luz de los mundos. La ignorancia de ella es lo que enciende la hoguera del odio, lo que hace de los individuos aspirantes a la muerte, a la mutilación y a las aflicciones. La ignorancia de ella es lo que condiciona las zonas más bajas de la existencia y lo que envuelve a los mundos en la oscuridad.
      En virtud de la ley de la reacción de las sustancias, la Divinidad eleva, así pues, los yo de todos los seres vivos hasta su propio trono. Desplegadas ante él están todas las sustancias o materias del universo, cada una de ellas con su reacción en actitud de servicio, cada una con su particular despliegue de energía a disposición de los yo de los hijos de Dios. Y a través del espacio se oye: "Puedes usar libremente todas estas fuerzas servidoras. Obedecerán tu menor orden, señal o suspiro al cien por cien. Pero nunca se desvían un solo milímetro de su misión. Por esto para cada creación especial son necesarias las correspondientes fuerzas, sustancias o energías especiales. Si eliges erróneamente no alcanzarás el fin deseado. Las energías erróneas trabajarán en contra de tu creación. Tu deseo no se cumplirá. Oscuridad e ilusión engañosa dominarán allí donde tú creíste que creabas luz. Sólo las combinaciones correctas, es decir, el uso correcto de las fuerzas, de las sustancias del universo, pueden darle a tu creación luz y revelarte a ti como a mi imagen y semejanza, acogido en la aureola luminosa de mi amor".


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