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"El algo" divino, "X1" o el yo tras las energías  304. Que hay un "algo" así es una realidad que ya he mencionado en el primer tomo de "Livets Bog", apartado 250, como "X1", así mismo en el símbolo n.º 5 del mismo tomo, "El camino hacia la luz", también he esbozado este "algo" por medio de la parte blanca superior de la figura alargada que constituye el símbolo. Debajo de la parte blanca se ven otras dos partes, la del medio representa una realidad mencionada como "X2", y la inferior una mencionada como "X3".
      Como poco a poco iremos viendo, estas tres realidades son hechos de los que no podemos prescindir en absoluto en un verdadero análisis del plan y de la naturaleza del propio universo. Y la intención es analizar de manera especial "X3", que abarca todo lo que forma parte del concepto "sustancia" o "materia", por medio de los capítulos que llevan el nombre "Química cósmica". En estos capítulos no podemos, por consiguiente, entrar en demasiados detalles con respecto a las otras dos "X", sino que debemos dejar su análisis especial para la parte o tomo siguiente de la presente obra.
      Como resulta que las combinaciones de energías o sustancias de la naturaleza o existencia tienen una intención, carece totalmente de lógica negar un origen de esta intencionalidad. El ciclo de la naturaleza es lógico al cien por cien en su análisis supremo. ¿Cómo podría, si no, ser su resultado una revelación tal del esplendor de la diversidad de formas, vida y manifestación de los seres vivos, como es el caso? ¿Dónde se encuentra un colorido semejante? ¿No sucede que incluso las producciones humanas terrenas más intelectuales tienen directamente que palidecer junto a las de la naturaleza? Y sin embargo, las producciones humanas terrenas no pueden tener lugar sin un cerebro. ¿Cómo puede ser lógico suponer que las producciones mucho más sublimes de la existencia, que como los hechos muestran no tienen menos intencionalidad, no son menos intelectuales o perfectas que las humanas terrenas, puedan existir sin un cerebro tras ellas? Que el hombre no comprenda a quién o a qué tiene que pertenecer un cerebro así no es ninguna base lógica para negar la existencia de tal cerebro.
      Como se pone en evidencia que toda creación existente es un compuesto de diversas sustancias o energías con una intencionalidad, se convierte así en un hecho que las sustancias son usadas por un "creador". Allí donde este creador se revela en carne y hueso es fácil reconocerlo, y a una revelación tal de un "creador" la llamamos "un ser vivo". Pero "el ser vivo" sólo es una revelación indirecta del "creador". Lo que vemos de él sólo son diversas combinaciones de sustancias, que de un modo lógico o racional han sido construidas como un instrumento por medio del cual "el creador" no visible puede expresarse, puede revelarse. Este instrumento constituye lo que llamamos "el organismo" o "el cuerpo". Cuando, por consiguiente, vamos a analizar cósmicamente las sustancias o energías de la existencia, esto sólo puede efectuarse desde un punto de observación que se encuentra por encima de los organismos de todos los seres vivos, un punto de observación en el que sólo existen las dos partes horizontales superiores del símbolo n.º 5, a saber, la blanca y la violeta que representan "el algo divino" o "yo" y su facultad creadora respectivamente. Por esto, todavía antes de que dicho "algo" sea analizado de manera especial, nos vemos precisados aquí, en nuestros análisis, a contar de antemano con que hay un "algo" así tras las energías o sustancias que se sirve de éstas como material o instrumentos para su manifestación o creación. Este "algo" constituye el núcleo de la vida de cada ser y aquí, en los análisis de "la química cósmica", se le dará el nombre de "el yo" o "X1".


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