Lee y busca en El Tercer Testamento
   Apdo.:  
(289-638) 
 
Búsqueda avanzada
   

 

La protección del individuo y las fuerzas psíquicas peligrosas  291. Pero es un hecho que cuando de este modo toda la vida en realidad constituye un proceso químico, los seres humanos no pueden de ninguna manera llegar a ser perfectos, mientras sólo conozcan las reacciones de las sustancias puramente físicas. Como todo nuestro mundo mental es, en el mismo grado que el mundo físico, reacciones químicas entre las energías, el hombre no puede, a la larga, continuar de ninguna manera contentándose con el conocimiento de cómo funcionan las sustancias y las fuerzas físicas. También tiene que conocer la verdadera capacidad de reacción de las fuerzas psíquicas. No se le puede dejar ciegamente a una providencia la protección contra energías mentales perniciosas, del mismo modo que no se le puede dejar la protección física a esta misma providencia o a estos seres que trascienden los límites físicos, es decir, a estos "seres metafísicos".
      Esto no significa, sin embargo, que se niegue la existencia de una ayuda de este tipo, al contrario, existe en muy alto grado, tal como posteriormente veremos en "Livets Bog" al volver de nuevo a este tema, pero su objetivo no es darles a los seres vivos una protección tan amplia que a la larga pasen por alto la adquisición del conocimiento sobre las fuerzas psíquicas o materias de pensamientos que son peligrosas y que no lo son. Una ayuda o protección de este tipo está organizada de la misma manera o según el mismo principio que la protección que los padres muestran para con su descendencia. Del mismo modo que esta protección sólo va encaminada a protegerla hasta el momento en que más o menos es adulta, la ayuda o protección de la Providencia contra fuerzas mentales o metafísicas perniciosas o venenosas sólo se hace presente en las situaciones que se deben a una especie de inmadurez psíquica del individuo en el ámbito mental, análoga a la que éste tiene en su existencia física como bebé. Pero en el mismo grado que el individuo comienza a alcanzar la edad que lo aleja de este estado, esta protección disminuye, tanto en el ámbito mental como físico. En caso contrario, no llegaría jamás a enfrentarse directamente cara a cara con la vida. Si tuviese que seguir toda la vida siendo protegido de manera ilimitada física y mentalmente por medio de sus padres y por medio de "ángeles de la guarda", es decir, seres que trascienden los límites físicos, estaría, en el mismo grado, totalmente imposibilitado de hacer verdaderas experiencias de la vida. Todo tendría que recaer en los seres protectores. Y el individuo en cuestión tendría, de este modo, que continuar manifestando una existencia de puro bebé.


Comentarios pueden mandarse al Martinus-Institut.
Información de errores y faltas y problemas técnicos puede mandarse a webmaster.