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El sistema legislativo y jurídico de los estados como algo inconsecuente y que frena el progreso de la cultura y la moral  99. Que todos los poderes públicos o todos los sistemas legislativos y jurídicos tienen que ampliarse concentrándose en una autoridad internacional conjunta, o en un tribunal o justicia mundial común para todos los pueblos y todas las naciones, también se muestra como una necesidad absolutamente imprescindible por medio del hecho de que la forma común de sistema legislativo y jurídico es de naturaleza nacional, mientras que ante acontecimientos internacionales no tiene ningún poder especial. A lo sumo puede actuar por medio de acuerdos amistosos, tratados provisionales o coaliciones. Pero como el sistema jurídico nacional no puede dar ninguna garantía para que se cumplan estas realidades, se obliga a la nación a mantener de modo permanente un ejército de tierra y una flota armada para imponer que sus derechos, o presuntos derechos, sean respetados por medio de derramamiento de sangre. Pero de este modo se obliga además a su sistema legislativo y jurídico a ser inconsecuente. Acciones que en un caso tienen que sancionarse como "delictivas" e "inmorales", en otros casos tienen que aprobarse como "heroicidades" e "ideales". Así vemos que la nación, por medio de templos, iglesias y escuelas, le enseña a la población religión y amor al prójimo, enseña a los individuos concretos que no deben matar, que no deben asesinar, mientras toda la existencia y mantenimiento de esta misma nación con respecto a otras naciones se basa en el principio mortífero o en los geniales refinamientos de todo un sistema asesino. El estado, al mismo tiempo que por medio de su sistema legislativo y jurídico sanciona y castiga a cada uno de sus individuos, que directa o indirectamente causa la mutilación y la muerte de sus conciudadanos o de otro modo proporciona molestias a sus semejantes, está obligado, debido a la falta de un tribunal o una autoridad mundial, a forzar a sus ciudadanos jóvenes de sexo masculino, antes de que hayan llegado totalmente a la edad adulta, a seguir una formación básica, en forma del llamado "servicio militar", para ser los sumisos servidores del principio mortífero frente al "enemigo". En él aprenden a usar contra este enemigo espadas, revólveres, ametralladoras, torpedos y gases tóxicos, además de la falsedad, el robo, el saqueo, etc. Esto significa, por consiguiente, que a lo largo de este servicio militar se les enseña a los jóvenes que todos los actos que, debido a su educación, consideran "amorales", "criminales" y "punibles" cuando se hacen contra los ciudadanos de su propia patria, son puras "heroicidades" gloriosas cuando se hacen contra "el enemigo", contra los ciudadanos de otra nación, contra los seres de otra patria a la que se ha reducido al "silencio", se ha sometido y degradado. Y es un hecho que mientras la nación o estado se vea en la necesidad de practicar la ley y la justicia de este modo, esta nación o este estado tendrá un efecto que neutralizará o frenará la evolución y el progreso del espíritu, la cultura y la moral de sus propios súbditos.


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