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La irradiación oscura. La necesidad absoluta de los contrastes  35. Mientras que en la primera mitad de una espiral los efectos del principio creador tienen como misión desarrollar el deseo o amor a la materia del individuo, en la segunda mitad las tendencias de este mismo principio tienen, al contrario, la misión de desarrollar el amor del individuo a todos los seres vivos existentes. Las consecuencias de esto son que, en la primera mitad, el individuo con la estimulación creciente de su apetito de cosas materiales está, de hecho, cada vez más atado a las cosas creadas o envuelto en la materia. Pero en el mismo grado que tiene lugar este hecho de envolverse en la materia, se debilita el amor del individuo hacia los demás seres vivos. Y cuando este amor es más débil, el individuo experimenta más profundamente la sensación de que su yo está separado de todos los otros seres vivos que existen. Esta sensación puede, a su vez, identificarse con lo que llamamos "sentimiento de individualismo". Las fuerzas creadoras de la primera mitad de una espiral de evolución, con su estimulación del apetito de materia del individuo o su concentración en ella en vez de concentrarse en los seres vivos, dan lugar a una renovación del sentimiento de individualismo, que a su vez es idéntico al "sentimiento de yo". Con esta orientación hacia la materia en vez de hacia los otros "yo", el sentimiento hacia éstos se borra cada vez más en favor del propio yo del ser en cuestión. De este modo aparece este individuo en la primera mitad de la espiral no sólo con cuerpos compactos o llenos de materia, sino también con un "egoísmo" creciente que se dirige a su punto culminante, es decir, con un apetito egoísta e insaciable de hacerse con la materia de sus semejantes, incluso la materia de la que estos han construido su cuerpo.* Sobre esta base se apoya la forma de experimentación de la vida que, por ejemplo, mueve a las fieras y, más tarde, a la parte de la conciencia del hombre terreno que fomenta el canibalismo o consumición de carne. Naturalmente, hay que tener en cuenta que estas líneas no constituyen de ningún modo en absoluto el mínimo reproche o ataque contra nadie, ya que dichas circunstancias, precisamente debido a los efectos del principio creador en la primera parte de la espiral, existen en gran parte como una condición vital y, por consiguiente, son fomentadas en grado correspondiente por el instinto de conservación de los seres.
      Como una existencia egoísta de este tipo, en la que el individuo carece totalmente de solidaridad con lo que le rodea y, debido a ello, es de modo correspondiente incapaz de prestar atención a los seres que le rodean o sacrificarse por ellos, fomenta todas las tendencias que conocemos como odio, envidia, celos, inconsideración, ambición, orgullo, suficiencia, fanfarroneo, etc., y como las consecuencias normales de ellas, en forma de asesinato, muertes, guerra, mutilación, dolor y enfermedad, constituyen la culminación de lo desagradable o de lo que conocemos como "el mal", y éste, a su vez forma la oscuridad del mundo espiritual existente, aquí, en "Livets Bog" he llamado a este aspecto de los efectos del "principio creador divino" "la irradiación oscura".
      Dado que esta irradiación tiene, así pues, como misión estimular la experimentación que los seres vivos hacen de la oscuridad y, de este modo, condiciona el desarrollo de las facultades de todos los seres, sin las cuales sería imposible la experimentación de la luz, la irradiación oscura nombrada o el presunto "mal", se transforma en su análisis cósmico supremo en una bendición divina.
      En relación con esto será conveniente recordar que cualquier forma de experimentación está exclusivamente condicionada por una experiencia previa de su contraste o contrario. Todo ser existente será totalmente incapaz de hacer la experiencia de algo cuyo contrario no haya experimentado anteriormente. ¿Cómo podríamos, por ejemplo, experimentar el color negro si no hubiésemos experimentado el blanco? ¿Cómo podríamos estar en condiciones de reconocer la luz si no hubiésemos experimentado la oscuridad? ¿Y cómo podríamos saber que algo es agradable si antes no hubiésemos experimentado algo que era desagradable, y así sucesivamente? Toda facultad de percibir y, por consiguiente, cualquier forma de experimentación de la vida depende, de este modo, de las relaciones de contraste de la existencia. Sin éstas la vida y la conciencia serían imposibles. Una muerte total, una "nada" eterna sería lo que dominaría. Pero como precisamente es un hecho que el universo no constituye una muerte eterna, sino una vida eterna, no una "nada", sino un "algo", la irradiación oscura del principio creador, como una primera base cósmica indispensable para el caminar de los seres hacia la luz, se transforma en un hecho.
 
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* En vez de usar la palabra cuerpo, Martinus usa frecuentemente el término "legemskultur", que muestra que un cuerpo está compuesto de una infinidad de seres vivos. En español hemos optado por traducirlo simplemente por cuerpo.


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