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La humanidad pide a gritos conocimiento. Prueba de la caída de una cultura mundial  30. Pero aparte de estos hechos, también se nos sigue recordando de otra forma que ha habido una capitulación total de las bases en que se apoyaba el conocimiento religioso y que habían sido válidas hasta entonces, ya que de la humanidad surge una especie de grito colectivo universal hacia lo desconocido en forma de la siguiente exclamación: ¿Cómo tengo que comprender el concepto "Dios"? ¿Qué es bueno y qué es malo? ¿Tiene el concepto "oración" algún sentido? ¿Cómo voy a estar en condiciones de creer en un Dios amoroso cuando me encuentro mutilado entre los horrores de una guerra mundial? ¿Cómo voy a comprender su justicia cuando veo que un niño viene al mundo en el soberbio palacio del rico, donde es rodeado de lujos y puede ver colmados todos sus deseos que dependen del dinero, y que otro viene al mundo en casa de unos padres pobres y enfermos, donde ya empieza a sufrir necesidad en la más tierna infancia y se viste con ropa pobre y harapienta o con la ropa que el niño rico ya no quiere, o cuando veo que un niño nace en casa de padres buenos y cariñosos, que crean un mar de condiciones para que pueda ser una persona buena y feliz y pueda ser una alegría para su entorno y serle útil, y que otro niño nace en casa de unos padres que parece ser que no han recibido el amor necesario para que puedan comprender que éste existe verdaderamente, y a causa de ello están, en mayor o menor grado, en conflicto con su entorno, e incluso a veces se encuentran en un estado que linda con el odio hacia la sociedad? Sólo puedo darme cuenta de que el pequeño ser que recibe unos padres así se encuentra rodeado de una profusión de condicionamientos para tener problemas con las leyes de la sociedad y, debido a ello, estar además marcado para ser pisoteado por su entorno. Tampoco comprendo su justicia cuando veo que un niño nace con facultades y aptitudes extraordinarias, llega a ser un genio, y otro niño nace con un deseo congénito de llegar a ser lo mismo pero, a pesar de todo su esfuerzo y empeño, al parecer sólo lo consigue en un grado insignificante. Tampoco comprendo exactamente su naturaleza o amor cuando veo que a muchos seres su entorno les ocasiona, de modo aparentemente inmerecido, inmenso dolor y sufrimiento. A veces puede incluso parecer que me encuentro en un océano de injusticia y muchas cosas más parecidas. El mundo está, así pues, lleno de estos ayes de dolor que considerados todos juntos puede decirse que constituyen un gran grito o clamor común de la humanidad pidiendo más conocimiento, un testimonio universal de que la fuerza inspiradora de los viejos conceptos religiosos está capitulando a marchas forzadas, un hambre muy grande de una revelación divina de los fenómenos y misterios aparentemente injustos de la vida cotidiana que satisfaga el sentido de la justicia actual y futura de los individuos, una prueba viva de un "día de juicio final" o caída de una cultura mundial.


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