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La edad de los seres, el estándar evolutivo y la manifestación no como expresión de su existencia eterna, sino de una relación de perspectiva cósmica  267. Es posible que aquí el lector se pregunte cómo puede suceder que los seres vivos no se encuentren en la misma etapa evolutiva cuando todos sin excepción constituyen, sin embargo, seres eternos, y en relación con esto no pueden, así pues, existir seres que desde un punto de vista absoluto puedan ser más jóvenes o más viejos que otros, sino que la existencia de todos los seres da el mismo resultado o es igual a la eternidad. En relación con esto hay que explicar que el tiempo de existencia de todos los seres es, naturalmente, idéntico a la eternidad, pero este tiempo de existencia no se manifiesta por medio de las energías ni, por consiguiente, de la transformación o la evolución. Esto quiere decir, a su vez, que el aspecto actual de un ser vivo, su tamaño, su inteligencia, su perfección o imperfección, su nivel evolutivo y su cuerpo no puede de ningún modo ser una manifestación de la existencia infinita o eterna de este ser, sino que al contrario sólo es una manifestación de un principio que se debe a X2 y que con el concepto "principio de perspectiva" será totalmente explicado en un apartado posterior. Aquí sólo podemos explicar que del mismo modo que la perspectiva es para el artista la condición para toda forma de creación de imagen, así también es para el ser vivo la condición para toda forma de percepción. Como el infinito o toda forma de ilimitación es lo mismo que un equilibrio entre los movimientos del propio individuo y los movimientos particulares del entorno, y el equilibrio entre dos formas de movimiento neutraliza el contraste entre ellos, y el contraste, a su vez, constituye la condición para que la percepción tenga acceso a estos movimientos, el infinito o cualquier forma de ilimitación es, en su naturaleza absoluta, inaccesible a la percepción. La limitación constituye, así pues, el desequilibrio o contraste entre los movimientos del propio ser vivo y los movimientos particulares del entorno que condiciona su manifestación o percepción en cualquiera de sus formas. Por esto, toda limitación, es decir, toda forma de manifestación – ya sea una cosa, un tamaño o un ser – es lo mismo que un "infinito disfrazado". Esto significa, a su vez, que la existencia infinita o eterna del individuo sólo puede experimentarse en forma de limitación, y que en este estado temporal representa, en realidad, "una eternidad disfrazada". Todos los seres vivos, los presuntos "jóvenes" y "viejos", los "más pequeños" y los "más grandes", aparecen así, en sentido absoluto, con la misma "edad", el mismo "tamaño", o sea, la eternidad y el infinito. Pero una edad que suma una eternidad no es ninguna edad, y un tamaño que es infinito no es ningún tamaño, ya que a ambas realidades les falta un comienzo y un final y, de este modo, son iguales a X en su análisis básico. Y el ser vivo se nos muestra, de esta manera, en una esfera en que, por encima del espacio y el tiempo, es santo e inmóvil en su manifestación eterna.
      Con respecto al principio de perspectiva, es éste el que observamos cuando nos encontramos en un camino que se pierde en el horizonte con una larga línea recta. Entonces vemos que este camino que en todas partes tiene, por ejemplo, quince metros de anchura se une en un punto en el horizonte. Desde el horizonte hasta el lugar en que nos encontramos, este tamaño se le presenta a nuestra facultad de percepción con todos los tamaños hasta quince metros. Del mismo modo que estos tamaños distintos son de la misma dimensión o idénticos a la misma unidad, cualquier otro objeto de percepción, es decir, toda forma de manifestación, es igual a la misma unidad, al mismo resultado: "X" o el infinito. El principio de perspectiva constituye, por consiguiente, en su análisis más elevado el límite que hace que el infinito o el universo sea accesible a la percepción y que, con ello, la experimentación de la vida sea un hecho.
      La edad, el estándar evolutivo de los seres vivos, su tamaño, manifestación o todo su modo de mostrarse a la facultad de percepción no es, así pues, en su sentido absoluto, una manifestación de edad, sino de una relación de perspectiva cósmica. En realidad, la presunta edad de cada ser vivo es, en forma de su eterna existencia, idéntica a la condición para que el ser vivo pueda adquirir conocimiento de esta misma existencia.


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