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En la esfera física no existe ningún resultado en absoluto. El hombre terreno comienza a poder percibir las intenciones tras los movimientos de la zona de seres semejantes de su propia especie y de especies emparentadas, pero no puede experimentar las intenciones tras las fuerzas cósmicas, los movimientos de los planetas, las fuerzas de la naturaleza y las fuerzas del destino y aquí tiene, debido a ello, que contentarse con resultados "relativos". Más allá del gran nacimiento el individuo experimenta todos "los puntos fijos" y con ellos los resultados absolutos, la identidad de los seres vivos como "hijos de Dios", comienza a experimentar la verdadera vida, se ha transformado en hombre y se ha unido con el Padre  244. Como una intención es lo mismo que un "deseo de manifestación", y éste constituye, a su vez, una realidad espiritual, una intención no puede existir en la esfera física, lo único que al contrario puede existir es el movimiento, que es el medio para que se cumpla la intención. En la esfera física no puede, de este modo, existir ningún resultado absoluto. Todos los resultados físicos que se encuentran en ella son únicamente idénticos a movimientos percibidos o medidos a base de otros movimientos y que tienen como misión ejecutar intenciones. Pero en virtud de los incipientes cuerpos espirituales del hombre terreno, es decir, el cuerpo del sentimiento y de la inteligencia, este hombre puede comenzar a experimentar verdaderos resultados tras los movimientos en un campo determinado. Este campo abarca solamente la zona de los seres de la misma especie y su periferia o límite está allí donde surgen los movimientos que tienen como origen seres de especies desconocidas. Y cuanto más lejanos se encuentran estos orígenes del estado evolutivo del hombre terreno, más alejado está éste de experimentar los verdaderos resultados tras los movimientos y, de este modo, tiene que contentarse con resultados que son "relativos", lo cual quiere decir cálculos de movimientos a base de movimientos. La parte de la conciencia del individuo que está en condiciones de experimentar los resultados absolutos o intenciones tras los movimientos constituye la creciente conciencia diurna espiritual del individuo, mientras que la parte de esta misma conciencia que sólo experimenta los movimientos, pero no las intenciones, constituye la conciencia diurna física e incipiente subconciencia espiritual.
      Mientras el hombre terreno está, en gran medida, en condiciones de experimentar las intenciones tras los movimientos de sus semejantes, es decir, manifestaciones, no está, al contrario, en condiciones de experimentar las intenciones tras los grandes movimientos que calificamos de fuerzas cósmicas, movimientos de los astros, fuerzas de la naturaleza, destinos de los individuos, etc. De este modo, tiene que contentarse aquí con resultados relativos, precisamente porque sus cuerpos espirituales todavía no tienen una percepción tan relevante en la esfera espiritual que les permita percibir "las intenciones" que existen tras dichos movimientos y su origen o "puntos fijos". Pero más allá del gran nacimiento el individuo percibe todos "los puntos fijos" y así experimenta únicamente resultados absolutos. Y al experimentar los resultados absolutos, su Divinidad ya no es un ídolo, ya no es la admisión de un movimiento como un "punto fijo", ya no es tomar una cosa "muerta" por "viva", sino, al contrario, una Divinidad en forma de todos los puntos "fijos" y "móviles", en forma de todo el universo, una Divinidad viva en forma de todo lo que aparece como vivo y como sin vida. Dado que tenemos que dejar una descripción más detallada de esta experiencia para más adelante, en capítulos especiales de "Livets Bog", aquí diremos sólo que experimentando así a la Divinidad, la esfera del amor, llena de la luz del "mundo divino" y del "reino de la bienaventuranza" o "auténtico reino humano", comienza a transformarse en un hecho. Y con esta experiencia el individuo adquiere conciencia de la identidad de los seres vivos como "hijos de Dios". Y cada experiencia será, de aquí en adelante, para este individuo sinónimo de experimentar la manifestación o lenguaje de Dios. Cada forma de percepción, sonido, color, vibración, cada forma de experimentación de la vida, será de este modo una manifestación de este ser vivo que todo lo penetra. Y con este "punto fijo" bajo su existencia el individuo comienza a experimentar "la verdadera vida". El animal se ha convertido en hombre, y el hijo de Dios ha encontrado a su Padre.


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